La mujer española es sociable y es más fácil tratar con ella que con la mujer del norte de Europa, según comenta George Cayley cuando él y su amigo conocen a una granadina en 1853:
Tiene una figura espléndida, alta y majestuosa; una hermosa tez clara y lozana, mejillas sonrosadas y labios de color cereza (que se combinan insólitamente con las trenzas negras como el azabache y los ojos relampagueantes, que son los adornos habituales, a menudo los únicos, de sus paisanas); y es además muy lista y fascinante. Ambos quedamos muy impresionados […]. Aquí las mujeres son mucho menos ceremoniosas al poco de conocerlas que en nuestra zona ártica, donde el corazón tarda toda una estación en salir de una habitación de ambiente demasiado cargado para empezar a deshelarse un poco.
15 de febrero de 2020
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comments:
Publicar un comentario