Algunos autores comentan sobre su buen sabor mientras que otros critican su uso excesivo. Para George Cayley el aceite es mejor que la mantequilla, contradiciendo así la creencia de los ingleses, según confiesa en su texto de 1853: «Los ingleses tienen un extraño prejuicio infundado contra el aceite, a favor de la mantequilla, que en realidad son lo mismo, excepto que el aceite es una grasa más limpia, pura y de tipo vegetal, que además se conserva mejor»
El americano Thomas Ewing Moore se sorprende de que los españoles no comercialicen mejor el aceite de oliva, que él califica como fuente de riqueza gastronómica y comercial. Es interesante anotar que en su viaje de 1927 ya se lamentara este autor de que otros países como Francia o Italia tuvieran mejor olfato comercial para venderlo, incluso teniendo en cuenta que el aceite español era de calidad superior.
Prichett también se queja de la abundancia y presencia del ajo en todos los platos. Después de comer un arroz con bacalao y pimientos queda encantado por haber variado de la repetida dieta de huevos fritos en aceite de oliva y pan que le habían estado dando. Se queda pensativo, tratando de averiguar qué habría en el arroz que le tenía intrigado. Se duerme y unas horas más tarde se despierta con una pesadilla, pensando que tenía fuego en la boca, y descubre que el arroz contenía el «temido ajo»
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