En
las afueras de Bruselas, rodeada de campos de perenne verdor, casas
diseminadas de aspecto cuidado y confortable y unido a Bruselas por
un largo recorrido de tranvía a través de la calzada de la Avenida
Waterloo, estaba enclavada en 1931 la escuela Obrera Superior que
era sostenida con tanto éxito por nuestros camaradas belgas de los
Sindicatos, las Cooperativas, las Mutualidades y del Partido Obrero
también, pues de los cuatro potentes núcleos de organización emana
el apoyo de esta institución cultural.
Según
nos cuenta Alfonso Maeso en el Anuario de El Socialista de 1931,
estaba enclavada en una extensa finca en el campo, que contenía en
su recinto tres pabellones construidos para el servicio docente, de
los cuales uno, está exclusivamente destinado a alojar a las mujeres
que asisten a los cursos. Biblioteca, de buenos fondos en legislación
social ; oficinas, salas de visita y de recreo, servicios de higiene,
campos de juego, superficie extensa poblada de árboles para paseos,
huerta que suministra su producción a la Escuela.
Constituía
la Escuela Obrera Superior, modelo y aspiración de nuestra
principiante, aunque próspera, Escuela Obrera Socialista de Madrid
que según nos informa Eduardo Montagut, a
finales de enero de 1929 se puso en marcha en la Casa del Pueblo, en
la secretaría que la Sociedad de Albañiles “El Trabajo” tenía
en la misma. Se impartían cuatro asignaturas, a saber, Nociones
preliminares por Felipe A. Cabezas, Prácticas sindicales impartida
por Trifón Gómez, Legislación Social por Lucio Martín Gil, y
Francés por Enriqueta de Palma.
En
Bélgica, el curso duraba dieciséis meses dura cada ciclo de
estudios de la escuela. Esta era la duración mínima, distribuida
así : diez meses seguidos de estudios, de septiembre a julio; de
julio a septiembre tres meses más de prácticas en los Sindicatos y
demás organizaciones obreras, y de octubre a noviembre seguían
estos alumnos otro u otros cursos de especialización.