Las principales potencias democráticas de Europa, Francia (salvo un período inicial en el que
vendió aviones y proporcionó pilotos a la República) y Gran Bretaña se mantuvieron oficialmente
neutrales, pero dicha neutralidad era engañosa, ya que impusieron un embargo de armas y un
bloqueo naval (poco efectivo, puesto que los dos bandos recibieron armamento y municiones por
vía marítima) a España, además de intentar desalentar a la participación anti-fascista de sus
ciudadanos en apoyo de la causa republicana. Pero pese a estos intentos, muchos franceses e
ingleses (Malraux, Orwell, etc.) participaron individualmente como voluntarios en la lucha.
Dos
temores alimentaban esta política: el triunfo de la revolución en España y una confrontación total
en el ámbito europeo.
La neutralidad de las democracias occidentales tuvo su justificación oficial a través de su
participación en el denominado Comité de No Intervención, del cual formaban parte, además de
Francia e Inglaterra, Italia, Alemania, la URSS y otros países menores. Si la misión del comité era
impedir el suministro de armas a cualquiera de los dos bandos enfrentados, es fácil suponer,
viendo su composición, que su gestión necesariamente habría de ser un completo fracaso, como
así ocurrió.
A pesar de todo, el hecho cierto es que mientras los nacionales recibieron armamento, equipo y
efectivos de las potencias fascistas, la República solo recibió ayuda importante desde la lejana
URSS y, en mucha menor medida, de México. Las principales democracias occidentales (Gran
Bretaña, Francia o los Estados Unidos), no le prestaron ayuda, temerosas de su carácter
revolucionario y de un enfrentamiento abierto con Alemania e Italia.
Las potencias democráticas, concentradas en su política de apaciguamiento de los regímenes
fascistas, no miraban con buenos ojos la oposición frontal de las izquierdas revolucionarias, en las
que veían una cierta amenaza de que se extendiera el mal ejemplo soviético. Por ello, la
República era vista por esos países como un régimen inclinado a un comunismo al que no tenían
gran simpatía.
La Guerra Civil Española fue una guerra total en la que ambos bandos se volcaron con todos los
recursos disponibles e hicieron uso hasta del último hombre. Por tanto, cualquier ayuda era poca,
siendo esta significativamente mayor para el bando sublevado, lo que resultaría decisivo en el
transcurso de la guerra.
FOTOGRAFIA: Calegrama enviado por los Sindicatos de New York a los Sindicatos Laboristas Britanicos, comunicando el envio de cinco mil dolares para el fondo e solidariad para España.
vendió aviones y proporcionó pilotos a la República) y Gran Bretaña se mantuvieron oficialmente
neutrales, pero dicha neutralidad era engañosa, ya que impusieron un embargo de armas y un
bloqueo naval (poco efectivo, puesto que los dos bandos recibieron armamento y municiones por
vía marítima) a España, además de intentar desalentar a la participación anti-fascista de sus
ciudadanos en apoyo de la causa republicana. Pero pese a estos intentos, muchos franceses e
ingleses (Malraux, Orwell, etc.) participaron individualmente como voluntarios en la lucha.
Dos
temores alimentaban esta política: el triunfo de la revolución en España y una confrontación total
en el ámbito europeo.
La neutralidad de las democracias occidentales tuvo su justificación oficial a través de su
participación en el denominado Comité de No Intervención, del cual formaban parte, además de
Francia e Inglaterra, Italia, Alemania, la URSS y otros países menores. Si la misión del comité era
impedir el suministro de armas a cualquiera de los dos bandos enfrentados, es fácil suponer,
viendo su composición, que su gestión necesariamente habría de ser un completo fracaso, como
así ocurrió.
A pesar de todo, el hecho cierto es que mientras los nacionales recibieron armamento, equipo y
efectivos de las potencias fascistas, la República solo recibió ayuda importante desde la lejana
URSS y, en mucha menor medida, de México. Las principales democracias occidentales (Gran
Bretaña, Francia o los Estados Unidos), no le prestaron ayuda, temerosas de su carácter
revolucionario y de un enfrentamiento abierto con Alemania e Italia.
Las potencias democráticas, concentradas en su política de apaciguamiento de los regímenes
fascistas, no miraban con buenos ojos la oposición frontal de las izquierdas revolucionarias, en las
que veían una cierta amenaza de que se extendiera el mal ejemplo soviético. Por ello, la
República era vista por esos países como un régimen inclinado a un comunismo al que no tenían
gran simpatía.
La Guerra Civil Española fue una guerra total en la que ambos bandos se volcaron con todos los
recursos disponibles e hicieron uso hasta del último hombre. Por tanto, cualquier ayuda era poca,
siendo esta significativamente mayor para el bando sublevado, lo que resultaría decisivo en el
transcurso de la guerra.
FOTOGRAFIA: Calegrama enviado por los Sindicatos de New York a los Sindicatos Laboristas Britanicos, comunicando el envio de cinco mil dolares para el fondo e solidariad para España.