28 de octubre de 2015

Alejandro Otero y su labor en Mejico


Nacido en Redondela (Pontevedra) en 1889, Otero a los 15 años comenzó la carrera de medicina en la Universidad de Santiago de Compostela en la que se licenció y doctoró. Con sólo 25 años de edad ocupaba la cátedra de ginecología en la Universidad de Granada, institución a la que siempre se mantuvo ligado, llegando a ser elegido rector en 1932. Desde este cargo Otero construyó la Facultad de Medicina y mostró un significativo compromiso social. Militante del PSOE y de UGT, fue elegido concejal en el ayuntamiento de Granada y diputado en las Cortes Constituyentes de la II República.


Pero cuando la sociedad española comenzó a encresparse, Otero fue señalado por su militancia y en la izquierda y fue encarcelado durante dos meses en 1934 junto a otros dirigentes a raíz de los sucesos conflictivos del Bienio Negro. Al estallar la Guerra Civil, Otero no dudó en ponerse a disposición del Gobierno republicano, por lo que tuvo que exiliarse a México, donde formó parte del gobierno de la República en el exilio hasta su muerte, en 1953.


Entre los años 1940 y 1942, la Delegación de la Junta de
Auxilio a los Refugiados Españoles (J.A.R.E.) puso en marcha, y mantuvo, un
servicio sanitario propio en México D.F., constituido por profesionales
españoles recién llegados al exilio. Inicialmente se trató de una asistencia
médica domiciliaria, con pago por acto médico a los especialistas y abono de
las prescripciones farmacéuticas. Más tarde dispondría de una policlínica, una
plantilla de especialistas y una farmacia propia. Finalmente, proyectó un
pequeño hospital y un laboratorio de análisis clínicos, pero las circunstancias
del momento impidieron que llegaran a ponerse en marcha.





La ocupación  alemana
de Francia, tras el armisticio de 22 de junio de 1940, propició la llegada a
México de un gran número de republicanos españoles que se habían ido refugiando
allí durante la guerra civil española y no olvidemos que entre 1939 y 1940 se
instalaron en el país unos 500 médicos españoles, lo que supuso el 10% del
total existente allí.





Para atender a sus
problemas de salud, la Delegación mexicana de la Junta de Auxilio a los
Republicanos Españoles (JARE) creó el denominado Servicio Médico-Farmacéutico
(SMF) y es en este momento cuando aparece Alejandro Otero Fernández, llegado en
marzo de 1940, que fue el encargado de proyectar un Servicio más completo, cuya
jefatura asumió de inmediato.





Otero era un prestigioso catedrático de Obstetricia de la Facultad de
Medicina de Granada, de cuya Universidad fue rector en los primeros años de la
II República. Había participado en política como diputado, siendo
vicepresidente del PSOE y subsecretario de Armamento del Ministerio de Defensa,
durante la guerra civil.
Residió trece años en México; militó en la facción
prietista y ejerció brillantemente su profesión, incluso en el Sanatorio
Español.






La designación de Alejandro Otero como director del SMF
puede sorprender, puesto que Rafael Fraile venía ejerciendo como tal. Quizás
influyó su demostrada capacidad de organización al frente de la Subsecretaría
y, también, el haber promovido tres
hospitales en Granada: dos privados, el Sanatorio de Nuestra Señora de la Salud
y el Sanatorio Antituberculoso de la Alfaguara, y uno público, el Hospital
Clínico de la Universidad.
Indudablemente también contó su afecto hacia
Indalecio Prieto, con quien llegó a compartir domicilio en Cataluña durante los
últimos meses de la Guerra. Posiblemente, Prieto propuso a Fraile con carácter
provisional, y cuando Otero logró solucionar sus problemas legales para ejercer
la medicina en México, cambió el director.




El Servicio Medico-Farmaceutico en Mejico lo componian: 

































































































































































































































Alejandro Otero Fernández


Jefe del Servicio,
Obstetricia,


y Ginecología





Rafael Fraile Ruiz de Quevedo


Gastroenterología y


Médico Consultor





Jacinto Segovia Caballero


Cirugía General y Cirujanos


Luis Gérez de la Maza


Consultores


Cristián Cortés Lladó


Neumología y Cardiología


Luis Martín Grómaz


Laringología


Manuel Rivas Cherif


Oftalmología


Roberto Escribano Iglesias


Medicina General y
Pediatría


Aurelio Almagro García





Ricardo Fandiño Iglesias


Neurología


Wenceslao López Albo





Carlos Parés Guillén


Urólogía


Jaime Roig Padró


No consta


Federico Gámiz
Ochoa de Eribe


Practicantes


Benito García Rodríguez





Práxedes Fábrega


Enfermeras


Manuela Luque Alcalá





Asunción Beyá Pons


Farmacéutica


Mariano García Pérez


Auxiliar Farmacéutico


Alfonso Armengol y Díaz del





Castillo


Administradores


Francisco Núñez Tomás





Benito Buá Rivas


Alumno Interno



Ramón González Ania


Conserje



Alejandro Otero y su labor en Mejico

Nacido en Redondela (Pontevedra) en 1889, Otero a los 15 años comenzó la carrera de medicina en la Universidad de Santiago de Compostela en la que se licenció y doctoró. Con sólo 25 años de edad ocupaba la cátedra de ginecología en la Universidad de Granada, institución a la que siempre se mantuvo ligado, llegando a ser elegido rector en 1932. Desde este cargo Otero construyó la Facultad de Medicina y mostró un significativo compromiso social. Militante del PSOE y de UGT, fue elegido concejal en el ayuntamiento de Granada y diputado en las Cortes Constituyentes de la II República.
Pero cuando la sociedad española comenzó a encresparse, Otero fue señalado por su militancia y en la izquierda y fue encarcelado durante dos meses en 1934 junto a otros dirigentes a raíz de los sucesos conflictivos del Bienio Negro. Al estallar la Guerra Civil, Otero no dudó en ponerse a disposición del Gobierno republicano, por lo que tuvo que exiliarse a México, donde formó parte del gobierno de la República en el exilio hasta su muerte, en 1953.
Entre los años 1940 y 1942, la Delegación de la Junta de Auxilio a los Refugiados Españoles (J.A.R.E.) puso en marcha, y mantuvo, un servicio sanitario propio en México D.F., constituido por profesionales españoles recién llegados al exilio. Inicialmente se trató de una asistencia médica domiciliaria, con pago por acto médico a los especialistas y abono de las prescripciones farmacéuticas. Más tarde dispondría de una policlínica, una plantilla de especialistas y una farmacia propia. Finalmente, proyectó un pequeño hospital y un laboratorio de análisis clínicos, pero las circunstancias del momento impidieron que llegaran a ponerse en marcha.

La ocupación  alemana de Francia, tras el armisticio de 22 de junio de 1940, propició la llegada a México de un gran número de republicanos españoles que se habían ido refugiando allí durante la guerra civil española y no olvidemos que entre 1939 y 1940 se instalaron en el país unos 500 médicos españoles, lo que supuso el 10% del total existente allí.

Para atender a sus problemas de salud, la Delegación mexicana de la Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles (JARE) creó el denominado Servicio Médico-Farmacéutico (SMF) y es en este momento cuando aparece Alejandro Otero Fernández, llegado en marzo de 1940, que fue el encargado de proyectar un Servicio más completo, cuya jefatura asumió de inmediato.

Otero era un prestigioso catedrático de Obstetricia de la Facultad de Medicina de Granada, de cuya Universidad fue rector en los primeros años de la II República. Había participado en política como diputado, siendo vicepresidente del PSOE y subsecretario de Armamento del Ministerio de Defensa, durante la guerra civil. Residió trece años en México; militó en la facción prietista y ejerció brillantemente su profesión, incluso en el Sanatorio Español.
La designación de Alejandro Otero como director del SMF puede sorprender, puesto que Rafael Fraile venía ejerciendo como tal. Quizás influyó su demostrada capacidad de organización al frente de la Subsecretaría y, también, el haber promovido tres hospitales en Granada: dos privados, el Sanatorio de Nuestra Señora de la Salud y el Sanatorio Antituberculoso de la Alfaguara, y uno público, el Hospital Clínico de la Universidad. Indudablemente también contó su afecto hacia Indalecio Prieto, con quien llegó a compartir domicilio en Cataluña durante los últimos meses de la Guerra. Posiblemente, Prieto propuso a Fraile con carácter provisional, y cuando Otero logró solucionar sus problemas legales para ejercer la medicina en México, cambió el director.

El Servicio Medico-Farmaceutico en Mejico lo componian: 


Alejandro Otero Fernández
Jefe del Servicio, Obstetricia,
y Ginecología

Rafael Fraile Ruiz de Quevedo
Gastroenterología y
Médico Consultor

Jacinto Segovia Caballero
Cirugía General y Cirujanos
Luis Gérez de la Maza
Consultores
Cristián Cortés Lladó
Neumología y Cardiología
Luis Martín Grómaz
Laringología
Manuel Rivas Cherif
Oftalmología
Roberto Escribano Iglesias
Medicina General y Pediatría
Aurelio Almagro García

Ricardo Fandiño Iglesias
Neurología
Wenceslao López Albo

Carlos Parés Guillén
Urólogía
Jaime Roig Padró
No consta
Federico Gámiz Ochoa de Eribe
Practicantes
Benito García Rodríguez

Práxedes Fábrega
Enfermeras
Manuela Luque Alcalá

Asunción Beyá Pons
Farmacéutica
Mariano García Pérez
Auxiliar Farmacéutico
Alfonso Armengol y Díaz del

Castillo
Administradores
Francisco Núñez Tomás

Benito Buá Rivas
Alumno Interno

Ramón González Ania
Conserje

14 de octubre de 2015

Mozos de LOJA en "ignorado paradero"

A principios de 1937, en plena guerra civil, los rebeldes fascistas necesitaban jóvenes de todas las localidades para rellenar sus unidades militares. 

Así que comenzaron a hacer levas obligatorias de mozos en las zonas ocupadas, en el Municipio de Loja se realizaron las gestiones oportunas para reclutar a los jóvenes de la población.

Pero una gran cantidad de mozos llamados a filas se encontraban en "ignorado paradero" que era una formula mas "correcta" de decir que estaban huidos a la zona republicana o fallecidos.

Aquí el acta del día 20 de Enero de 1937 con las lista de los mozos que no se habían presentado... Una curiosidad al leerlo es que se notificaba este hecho antes a los Párrocos de la localidad que al Juez y al Teniente de la Guardia Civil.























Fuente: Archivos Históricos de la Villa de Loja consultados por este Blog.

Mozos de LOJA en "ignorado paradero"

A principios de 1937, en plena guerra civil, los rebeldes fascistas necesitaban jóvenes de todas las localidades para rellenar sus unidades militares. 
Así que comenzaron a hacer levas obligatorias de mozos en las zonas ocupadas, en el Municipio de Loja se realizaron las gestiones oportunas para reclutar a los jóvenes de la población.
Pero una gran cantidad de mozos llamados a filas se encontraban en "ignorado paradero" que era una formula mas "correcta" de decir que estaban huidos a la zona republicana o fallecidos.
Aquí el acta del día 20 de Enero de 1937 con las lista de los mozos que no se habían presentado... Una curiosidad al leerlo es que se notificaba este hecho antes a los Párrocos de la localidad que al Juez y al Teniente de la Guardia Civil.






Fuente: Archivos Históricos de la Villa de Loja consultados por este Blog.

JOSÉ MARTÍN REYES, en Padul, Colomera y Pinos Puente

José Martín Reyes nace en Los Corrales el 11 de diciembre de 1915. De familia jornalera y de izquierdas, se ve obligado a trabajar desde niño en los cortijos, lo que le impide ir al colegio. Su formación fue completamente autodidacta. 



Durante la República funda las Juventudes Socialistas de su pueblo y ocupa el cargo de Secretario General. Al estallar la guerra forma parte del comité de abastecimiento, hasta que tienen que abandonar el pueblo por la llegada de las tropas franquistas. 








José Martín con uniforme de
 capitán republicano en 1937.

Es entonces cuando trata de llegar a Málaga para alistarse en las milicias. Permanece unos diez días en la caballería de Campillo y cuando ésta es tomado por los fascistas, escapa a caballo hasta Albares. Allí encuentra a su madre y su hermana, a las que deja en Álora con centenares de refugiados más. Se alista en la Federación Anarquista Ibérica, y poco después forma parte del batallón de avance de andaluces, cuyo objetivo era tomar Sevilla.



Aquí le hacen instructor de ametralladoras, pero él prefiere marchar al frente. En el camino encuentra por última vez a su madre y a su hermana, que poco después serían fusiladas por los fascistas.



Tras la pérdida de Málaga marcha a pie hasta Almería, viviendo los intensos bombardeos por tierra, mar y aire. Desde allí reorganizan la compañía y marchan a los frentes de Jaén y Granada, siendo herido y trasladado a dos hospitales. 



El 29 de marzo de 1939 entrega las armas su batallón en la Sierra de Colomera. De allí los llevan a la plaza de toros de Granada, dónde permanecen siete días sin comer. 

Luego los trasladan al cortijo de Pinos Puente, en las mismas condiciones de hacinamiento y miseria, pasando después al campo de concentración de Padul. Allí es testigo de cómo mueren muchos compañeros suyos por mala alimentación, torturas o fusilamientos.



Posteriormente lo trasladan a la cárcel de Sevilla, donde le hacen un consejo de guerra, siendo condenado a pena de muerte que le conmutan por prisión perpetua. En la cárcel lo hacen escribiente de la cuarta galería, la de los políticos, con lo que conoce de primera mano los nombres de las víctimas de los fusilamientos. Actualmente vive en Sevilla y está escribiendo un libro con sus memorias.















Fotos correspondientes a Mª Dolores Reyes, madre de José y a Francisca Martín, hermana. Ambas fueron fusiladas el 22 de febrero de 1937.







Abajo:

Listado de familiares de José Martín que murieron fusilados en la Guerra Civil.




Fuente: Archivo audiovisual para la recuperación de la Memoria Histórica - Conserjería de Justicia - Junta de Andalucia




JOSÉ MARTÍN REYES, en Padul, Colomera y Pinos Puente

José Martín Reyes nace en Los Corrales el 11 de diciembre de 1915. De familia jornalera y de izquierdas, se ve obligado a trabajar desde niño en los cortijos, lo que le impide ir al colegio. Su formación fue completamente autodidacta. 

Durante la República funda las Juventudes Socialistas de su pueblo y ocupa el cargo de Secretario General. Al estallar la guerra forma parte del comité de abastecimiento, hasta que tienen que abandonar el pueblo por la llegada de las tropas franquistas. 


José Martín con uniforme de
 capitán republicano en 1937.
Es entonces cuando trata de llegar a Málaga para alistarse en las milicias. Permanece unos diez días en la caballería de Campillo y cuando ésta es tomado por los fascistas, escapa a caballo hasta Albares. Allí encuentra a su madre y su hermana, a las que deja en Álora con centenares de refugiados más. Se alista en la Federación Anarquista Ibérica, y poco después forma parte del batallón de avance de andaluces, cuyo objetivo era tomar Sevilla.

Aquí le hacen instructor de ametralladoras, pero él prefiere marchar al frente. En el camino encuentra por última vez a su madre y a su hermana, que poco después serían fusiladas por los fascistas.

Tras la pérdida de Málaga marcha a pie hasta Almería, viviendo los intensos bombardeos por tierra, mar y aire. Desde allí reorganizan la compañía y marchan a los frentes de Jaén y Granada, siendo herido y trasladado a dos hospitales. 

El 29 de marzo de 1939 entrega las armas su batallón en la Sierra de Colomera. De allí los llevan a la plaza de toros de Granada, dónde permanecen siete días sin comer. 
Luego los trasladan al cortijo de Pinos Puente, en las mismas condiciones de hacinamiento y miseria, pasando después al campo de concentración de Padul. Allí es testigo de cómo mueren muchos compañeros suyos por mala alimentación, torturas o fusilamientos.

Posteriormente lo trasladan a la cárcel de Sevilla, donde le hacen un consejo de guerra, siendo condenado a pena de muerte que le conmutan por prisión perpetua. En la cárcel lo hacen escribiente de la cuarta galería, la de los políticos, con lo que conoce de primera mano los nombres de las víctimas de los fusilamientos. Actualmente vive en Sevilla y está escribiendo un libro con sus memorias.







Fotos correspondientes a Mª Dolores Reyes, madre de José y a Francisca Martín, hermana. Ambas fueron fusiladas el 22 de febrero de 1937.



Abajo:
Listado de familiares de José Martín que murieron fusilados en la Guerra Civil.
Fuente: Archivo audiovisual para la recuperación de la Memoria Histórica - Conserjería de Justicia - Junta de Andalucia

FRANCISCO MORALES ROMERA, de Torvizcon

Francisco Morales Romera nació en El Torbiscón (Granada) en 1921, en el Cortijo Las Ollas. Era el menor de nueve hermanos de una familia comunista. Dos de sus hermanos hicieron la carrera de maestro, y Francisco estuvo estudiando con su hermana hasta que tuvo que abandonar la escuela para ganarse la vida en el campo.








El padre de Francisco y sus hermanos Gabriel  y Federico,
a la derecha. Su padre y Federico  fueron fusilados
tras la Guerra Civil.

Cuando todavía era pequeño encerraron a sus hermanos Federico y Gabriel en la cárcel, y más tarde también se llevaron a su padre.



De su pueblo fueron fusiladas veinticinco personas, entre ellas su padre y su hermano Federico, y no sabe dónde se encuentran sus cuerpos. 



En 1942 entró a formar parte del ejército en el cuerpo de infantería, en el que estuvo tres años y medio y veinte días.

En esta época fue testigo de los fusilamientos al tener que acompañar a la Guardia Civil en las batidas contra los maquis. Afirma haber tenido más suerte que sus hermanos, al ser el más pequeño y débil y librarse de la cárcel. Está seguro que de esta forma salvó la vida. En la actualidad vive en Granada con sus hijos, y no ha parado de luchar por descubrir en qué fosa común están enterrados sus familiares.





Fuente: Archivo audiovisual para la recuperación de la Memoria Histórica - Conserjería de Justicia - Junta de Andalucia

FRANCISCO MORALES ROMERA, de Torvizcon

Francisco Morales Romera nació en El Torbiscón (Granada) en 1921, en el Cortijo Las Ollas. Era el menor de nueve hermanos de una familia comunista. Dos de sus hermanos hicieron la carrera de maestro, y Francisco estuvo estudiando con su hermana hasta que tuvo que abandonar la escuela para ganarse la vida en el campo.


El padre de Francisco y sus hermanos Gabriel  y Federico,
a la derecha. Su padre y Federico  fueron fusilados
tras la Guerra Civil.
Cuando todavía era pequeño encerraron a sus hermanos Federico y Gabriel en la cárcel, y más tarde también se llevaron a su padre.

De su pueblo fueron fusiladas veinticinco personas, entre ellas su padre y su hermano Federico, y no sabe dónde se encuentran sus cuerpos. 

En 1942 entró a formar parte del ejército en el cuerpo de infantería, en el que estuvo tres años y medio y veinte días.
En esta época fue testigo de los fusilamientos al tener que acompañar a la Guardia Civil en las batidas contra los maquis. Afirma haber tenido más suerte que sus hermanos, al ser el más pequeño y débil y librarse de la cárcel. Está seguro que de esta forma salvó la vida. En la actualidad vive en Granada con sus hijos, y no ha parado de luchar por descubrir en qué fosa común están enterrados sus familiares.


Fuente: Archivo audiovisual para la recuperación de la Memoria Histórica - Conserjería de Justicia - Junta de Andalucia