27 de agosto de 2017

Josefa Acuña




Acuña, Josefa




Asesinada en agosto de 1937 - Huelva (Andalucía)





Después de la ocupación, en la noche del 5 al 6 de agosto 1937, la minas de San Telmo por un grupo de guerrilleros de las sierras zona de Huelva, habían ejecutado varios falangistas, la Guardia Civil, en los días que siguieron asesinaron como venganza 10 personas: 


Anna Romero y su hija Francisca, 

Josefa Acuña,
María la del Patapalo (embarazada),
María la Romella ,
Pepa la Carpintera y su hijo de 14 años,
Manuel Gonzalez Macias
y Prudencio Marquez.

Varias otras mujeres, sospechosas de complicidad con la guerrilla, les afeitaron de cabeza y las purgaron con aceite de ricino.





A finales de agosto, un grupo de guerrilleros logran liberar de la cárcel de El Cerro de Arévalo (Huelva) varias otras mujeres condenadas a muerte.








Fuente: « Los guerrilleros de Huelva » en la Revista El Rebelde, editada en Toulouse, n°7, Enero de 1962 y n°13, Septiembre de 1962


Josefa Acuña


Acuña, Josefa

Asesinada en agosto de 1937 - Huelva (Andalucía)

Después de la ocupación, en la noche del 5 al 6 de agosto 1937, la minas de San Telmo por un grupo de guerrilleros de las sierras zona de Huelva, habían ejecutado varios falangistas, la Guardia Civil, en los días que siguieron asesinaron como venganza 10 personas: 

Anna Romero y su hija Francisca, 
Josefa Acuña,
María la del Patapalo (embarazada),
María la Romella ,
Pepa la Carpintera y su hijo de 14 años,
Manuel Gonzalez Macias
y Prudencio Marquez.
Varias otras mujeres, sospechosas de complicidad con la guerrilla, les afeitaron de cabeza y las purgaron con aceite de ricino.

A finales de agosto, un grupo de guerrilleros logran liberar de la cárcel de El Cerro de Arévalo (Huelva) varias otras mujeres condenadas a muerte.


Fuente: « Los guerrilleros de Huelva » en la Revista El Rebelde, editada en Toulouse, n°7, Enero de 1962 y n°13, Septiembre de 1962

24 de agosto de 2017

Corresponsales de guerra y periodistas españoles




El corresponsal de guerra venía de muy antiguo. Se trataba de un periodista o escritor acompañando a uno u otro ejército. Destacaron en esta labor, escritores, médicos e incluso militares. La crónica de los hechos bélicos pasó por mejores y peores épocas, pero fue la Gran Guerra la que le dio la alternativa. En España, el corresponsal de guerra se cría en las Guerras de África, sobre todo tras el desastre de Annual. Muchos corresponsales españoles en la campaña de África de los años posteriores al desastre participaron en el encumbramiento personal que promocionaba la Corona (ascensos por méritos de guerra) y que los militares llamados africanistas (Sanjurjo, Mola, Franco, etc...) supieron aprovechar tan bien, convirtiendo escaramuzas en batallas campales. Pero también hubo corresponsales de tronío, como el mismo Indalecio Prieto para El Liberal de Bilbao.





Con la guerra civil los corresponsales nacionales nacieron obligados y los extranjeros vinieron y se fueron, como el gran Koltsov, y todos cumplieron con su labor. Podemos clasificar a los corresponsales en dos categorías: Los profesionales, su ideología (o su extranjería) no le impidió continuar su labor en el mismo medio en el que trabajaba antes de la guerra sin destacar en nada en su militancia. Y los militantes (soldados de la pluma) periodistas, o no, de prensa militante que alternan su condición de soldado voluntario de la República con la de informador o corresponsal. De ambas clases hubo muchos y variados corresponsales, extranjeros incluidos.





En cuanto a los periodistas, y una vez que los periódicos derechistas fueron cerrados o incautados, los periodistas a pie de rotativa se convirtieron en periodistas de raza que asumieron, aunque fuera a regañadientes, la censura de guerra, y trataron de hacer periodismo en guerra. Fue uno de los gremios más represaliados por Franco. De los 80 redactores que quedaban en Madrid cuando la rendición, sólo 12 consiguen escapar, el resto encarcelados, encausados y muchos, muchos fusilados. Javier Bueno que había acudido a refugiarse en la embajada de Panamá (esas embajaditas que habían estado llenas de espías y traidores y que la República respetó), pues Javier Bueno fue expulsado a golpes de la embajada y llevado posteriormente ante el pelotón de fusilamiento. Eduardo de Guzmán fue condenado a muerte y consiguió salvar la vida con grandes esfuerzos. Mauro Bajatierra, otro grande como Javier Bueno, fue asesinado a la puerta de su casa recién entraban las tropas franquistas en Madrid. Navarro Ballesteros, director de Mundo Obrero, fue fusilado, Augusto Vivero director del ABC republicano, también fue fusilado Y Cayetano Redondo, Julián Zugazagoitia y Cruz Salido, del El Socialista, fusilados igualmente.





Sociedad Benéfica de Historiadores Aficionados y Creadores

Corresponsales de guerra y periodistas españoles

El corresponsal de guerra venía de muy antiguo. Se trataba de un periodista o escritor acompañando a uno u otro ejército. Destacaron en esta labor, escritores, médicos e incluso militares. La crónica de los hechos bélicos pasó por mejores y peores épocas, pero fue la Gran Guerra la que le dio la alternativa. En España, el corresponsal de guerra se cría en las Guerras de África, sobre todo tras el desastre de Annual. Muchos corresponsales españoles en la campaña de África de los años posteriores al desastre participaron en el encumbramiento personal que promocionaba la Corona (ascensos por méritos de guerra) y que los militares llamados africanistas (Sanjurjo, Mola, Franco, etc...) supieron aprovechar tan bien, convirtiendo escaramuzas en batallas campales. Pero también hubo corresponsales de tronío, como el mismo Indalecio Prieto para El Liberal de Bilbao.

Con la guerra civil los corresponsales nacionales nacieron obligados y los extranjeros vinieron y se fueron, como el gran Koltsov, y todos cumplieron con su labor. Podemos clasificar a los corresponsales en dos categorías: Los profesionales, su ideología (o su extranjería) no le impidió continuar su labor en el mismo medio en el que trabajaba antes de la guerra sin destacar en nada en su militancia. Y los militantes (soldados de la pluma) periodistas, o no, de prensa militante que alternan su condición de soldado voluntario de la República con la de informador o corresponsal. De ambas clases hubo muchos y variados corresponsales, extranjeros incluidos.

En cuanto a los periodistas, y una vez que los periódicos derechistas fueron cerrados o incautados, los periodistas a pie de rotativa se convirtieron en periodistas de raza que asumieron, aunque fuera a regañadientes, la censura de guerra, y trataron de hacer periodismo en guerra. Fue uno de los gremios más represaliados por Franco. De los 80 redactores que quedaban en Madrid cuando la rendición, sólo 12 consiguen escapar, el resto encarcelados, encausados y muchos, muchos fusilados. Javier Bueno que había acudido a refugiarse en la embajada de Panamá (esas embajaditas que habían estado llenas de espías y traidores y que la República respetó), pues Javier Bueno fue expulsado a golpes de la embajada y llevado posteriormente ante el pelotón de fusilamiento. Eduardo de Guzmán fue condenado a muerte y consiguió salvar la vida con grandes esfuerzos. Mauro Bajatierra, otro grande como Javier Bueno, fue asesinado a la puerta de su casa recién entraban las tropas franquistas en Madrid. Navarro Ballesteros, director de Mundo Obrero, fue fusilado, Augusto Vivero director del ABC republicano, también fue fusilado Y Cayetano Redondo, Julián Zugazagoitia y Cruz Salido, del El Socialista, fusilados igualmente.

Sociedad Benéfica de Historiadores Aficionados y Creadores

Robert Capa




Nacido André Friedmann en Budapest (Hungría), Robert Capa abandonó su casa en 1930 para ir a Berlín, se inscribio en el Deutsche Hochschule für Politik como estudiante de periodismo y ciencias políticas, y sirvió como asistente de cámara oscura en la Agencia Photodienst Deutsche. 





Con el ascenso de los nazis en 1933, Capa fue se marcha de Alemania a París, donde compartió un cuarto oscuro con Henri Cartier-Bresson y Chim (David Seymour). 





Trabajó regularmente como reportero gráfico, y entre 1936 y 1939 realizó varios viajes a España con su compañera, Gerda Taro, para documentar la guerra civil. Sus fotografías de este conflicto, incluyendo su imagen más famosa, la muerte de un soldado Leal (1936), fueron anunciados casi de inmediato por su impresionante impacto; Picture Post le denomina "el más grande fotógrafo de guerra en el mundo" en 1938. 





Cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial, se trasladó a Estados Unidos y trabajó independiente para Life, Time, y otras publicaciones. De 1941 a 1946, fue corresponsal de guerra para Life y viaja con el Ejército de Estados Unidos para documentar las victorias aliadas en el norte de África, el desembarco aliado en Normandía, y la captura aliada de Leipzig, Núremberg y Berlín. 





Después de la guerra, Capa se unió a Henri Cartier-Bresson, Chim (David Seymour), y George Rodger en la fundación de Magnum, una agencia de fotografía cooperativa que proporciona imágenes a publicaciones internacionales. 





En 1948-1950, fotografió la confusión que rodea a la declaración de independencia de Israel. Viajó a Hanoi en 1954 para fotografiar la guerra en Indochina francesa para la revista Life; poco después de su llegada, pisó una mina y murió.





Robert Capa hizo fotografías que lograron un efecto excepcionalmente poderoso a través de su fuerte conexión con las personas que le rodeaban y demostrando un gran afecto por la gente. Esta actitud, y su uso de la pequeña cámara de 35 milímetros, le permitieron acercarse a sus sujetos y lanzarse a la acción como nadie más. El resultado fue un gran avance en la historia del fotoperiodismo. 





Lisa Hostetler, Reflejos en un ojo de cristal: Las obras de la International Center of Photography Collection, Nueva York: Bulfinch Press en asociación con el Centro Internacional de Fotografía.

Robert Capa

Nacido André Friedmann en Budapest (Hungría), Robert Capa abandonó su casa en 1930 para ir a Berlín, se inscribio en el Deutsche Hochschule für Politik como estudiante de periodismo y ciencias políticas, y sirvió como asistente de cámara oscura en la Agencia Photodienst Deutsche. 

Con el ascenso de los nazis en 1933, Capa fue se marcha de Alemania a París, donde compartió un cuarto oscuro con Henri Cartier-Bresson y Chim (David Seymour). 

Trabajó regularmente como reportero gráfico, y entre 1936 y 1939 realizó varios viajes a España con su compañera, Gerda Taro, para documentar la guerra civil. Sus fotografías de este conflicto, incluyendo su imagen más famosa, la muerte de un soldado Leal (1936), fueron anunciados casi de inmediato por su impresionante impacto; Picture Post le denomina "el más grande fotógrafo de guerra en el mundo" en 1938. 

Cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial, se trasladó a Estados Unidos y trabajó independiente para Life, Time, y otras publicaciones. De 1941 a 1946, fue corresponsal de guerra para Life y viaja con el Ejército de Estados Unidos para documentar las victorias aliadas en el norte de África, el desembarco aliado en Normandía, y la captura aliada de Leipzig, Núremberg y Berlín. 

Después de la guerra, Capa se unió a Henri Cartier-Bresson, Chim (David Seymour), y George Rodger en la fundación de Magnum, una agencia de fotografía cooperativa que proporciona imágenes a publicaciones internacionales. 

En 1948-1950, fotografió la confusión que rodea a la declaración de independencia de Israel. Viajó a Hanoi en 1954 para fotografiar la guerra en Indochina francesa para la revista Life; poco después de su llegada, pisó una mina y murió.

Robert Capa hizo fotografías que lograron un efecto excepcionalmente poderoso a través de su fuerte conexión con las personas que le rodeaban y demostrando un gran afecto por la gente. Esta actitud, y su uso de la pequeña cámara de 35 milímetros, le permitieron acercarse a sus sujetos y lanzarse a la acción como nadie más. El resultado fue un gran avance en la historia del fotoperiodismo. 

Lisa Hostetler, Reflejos en un ojo de cristal: Las obras de la International Center of Photography Collection, Nueva York: Bulfinch Press en asociación con el Centro Internacional de Fotografía.

16 de agosto de 2017

Emilia Llanos Medina




Emilia Llanos Medina, aquella mujer capaz de mirar “los chopos encendidos y las lejanías desmayadas” del paisaje granadino, en expresión de Federico García Lorca; la amiga a la que Manuel de Falla hubo de exclamar en momentos de amargura: “Llore, llore, debe llorar”, formó parte de una Granada de la que apenas si nos llegan hoy reflejos directos. 





Nacida en 1886, Emilia Llanos, mujer culta e independiente a la vez que figura de la burguesía acomodada de Granada, falleció en esta ciudad en 1967.


Fue Agustín Penón, hijo de exiliados españoles, quien al hilo de su viaje a Granada en 1955 y de su decisión de investigar acerca de la figura y la muerte de García Lorca logró ganar la confianza de Emilia Llanos, acompañándola en largas veladas y recogiendo sus recuerdos acerca de los tiempos no tan lejanos compartidos con García Lorca, Manuel de Falla y otros amigos.





Aunque Penón no llegó a hacer públicos los frutos de su investigación, ésta finalmente se conoció gracias a un primer trabajo de recopilación a cargo de Ian Gibson (‘Agustín Penón. Diario de una búsqueda lorquiana, 1955-56’, Barcelona, Plaza & Janés, 1990) y a la posterior y exhaustiva edición de Marta Osorio (‘Miedo, olvido y fantasía. Agustín Penón, crónica de su investigación sobre Federico García Lorca’, Granada, Comares, 2001).





Las muchas horas compartidas por Penón y Llanos siempre giraron en torno a Lorca. Granada fue también protagonista en aquellas conversaciones y Falla resultó una referencia frecuente.


“Por fin conozco hoy, 21 de junio de 1955, a Emilia Llanos”, anotó Agustín Penón tras la primera visita a la casa de aquélla en Plaza Nueva: “Emilia nos habla de la amistad entre Federico y Falla, y nos asegura que Federico sentía por don Manuel una especie de santo terror. […]. Durante casi un año Federico se ausentó del carmen de don Manuel, aunque admiraba muchísimo al maestro”.





Contó Emilia la ocasión en que Falla reclamó su presencia en el carmen de la Antequeruela y, una vez allí, el músico le transmitió su preocupación por la influencia que sobre Lorca podían tener algunas compañías que el poeta parecía frecuentar, demandando de ella una intervención al respecto ante Lorca. “Hubo luego una larga discusión entre ellos; pero Emilia siguió negándose a hablar con Federico de aquel asunto”, según recogió Penón y leemos en la edición de Ian Gibson mencionada.





Asidua de las tertulias dominicales en casa de Falla, a la que entró por primera vez acompañando a García Lorca, Emilia Llanos supo despejar el camino por l que transitaban la amistad y el afecto mutuos entre el músico y el poeta, como en la ocasión anotada por Penón: “Emilia vio por casualidad a Federico en la calle y le dijo: ‘Ahora mismo tomas el tranvía y te vas a casa de Falla, que te quiere tanto. Es injusto que tú, el mejor poeta de España, estés descuidando así al mejor compositor de España’. Federico obedeció.


Poco tiempo después Falla le dijo a Emilia que estaba encantado: Federico había ido a visitarlo y estuvieron hablando horas y horas. Emilia fingió sorpresa ante la grata noticia”.





Hubo, sobre todo en los años 20, muchos momentos de alegría compartida en Granada: “Nos invitaron a la actuación de la Niña de los Peines en la Plaza de Toros vieja. Fuimos con el maestro Falla. Algo inolvidable. Federico estuvo loco de entusiasmo. Los dos fueron a saludarla”, según el apunte escrito por la propia Emilia para Agustín Penón. O este otro, con motivo de las jornadas previas al Concurso de Cante Jondo de 1922: “Granada estaba llena de artistas, pintores, poetas, músicos, escritores, en fin no vivía más que para los preparativos.


Nos veíamos casi a diario en casa de Falla, en el teatrito del Hotel alace, por la noche en el museo


donde seguían los ensayos; en fin, una temporada deliciosa”.





El ambiente en Granada cambiaría, y mucho, apenas una década después. Emilia habría de fijar sus criterios y sentimientos más personales ante la convulsa sociedad que enarbolaba sus diferencias.


Así por ejemplo, ante lo que no pocos católicos vieron como una persecución alentada por sectores republicanos, Emilia rellenó a mano y firmó en Granada el 5 de abril de 1932 un pequeño documento mediante el cual disponía “de manera expresa  que cuando muera mi enterramiento tenga carácter religioso con arreglo a las normas de la Santa Iglesia Católica, a la cual pertenezco”. Firmó también este documento, como testigo, Manuel de Falla.





Autor: RAFAEL DEL PINO. Granada.

Emilia Llanos Medina

Emilia Llanos Medina, aquella mujer capaz de mirar “los chopos encendidos y las lejanías desmayadas” del paisaje granadino, en expresión de Federico García Lorca; la amiga a la que Manuel de Falla hubo de exclamar en momentos de amargura: “Llore, llore, debe llorar”, formó parte de una Granada de la que apenas si nos llegan hoy reflejos directos. 

Nacida en 1886, Emilia Llanos, mujer culta e independiente a la vez que figura de la burguesía acomodada de Granada, falleció en esta ciudad en 1967.
Fue Agustín Penón, hijo de exiliados españoles, quien al hilo de su viaje a Granada en 1955 y de su decisión de investigar acerca de la figura y la muerte de García Lorca logró ganar la confianza de Emilia Llanos, acompañándola en largas veladas y recogiendo sus recuerdos acerca de los tiempos no tan lejanos compartidos con García Lorca, Manuel de Falla y otros amigos.

Aunque Penón no llegó a hacer públicos los frutos de su investigación, ésta finalmente se conoció gracias a un primer trabajo de recopilación a cargo de Ian Gibson (‘Agustín Penón. Diario de una búsqueda lorquiana, 1955-56’, Barcelona, Plaza & Janés, 1990) y a la posterior y exhaustiva edición de Marta Osorio (‘Miedo, olvido y fantasía. Agustín Penón, crónica de su investigación sobre Federico García Lorca’, Granada, Comares, 2001).

Las muchas horas compartidas por Penón y Llanos siempre giraron en torno a Lorca. Granada fue también protagonista en aquellas conversaciones y Falla resultó una referencia frecuente.
“Por fin conozco hoy, 21 de junio de 1955, a Emilia Llanos”, anotó Agustín Penón tras la primera visita a la casa de aquélla en Plaza Nueva: “Emilia nos habla de la amistad entre Federico y Falla, y nos asegura que Federico sentía por don Manuel una especie de santo terror. […]. Durante casi un año Federico se ausentó del carmen de don Manuel, aunque admiraba muchísimo al maestro”.

Contó Emilia la ocasión en que Falla reclamó su presencia en el carmen de la Antequeruela y, una vez allí, el músico le transmitió su preocupación por la influencia que sobre Lorca podían tener algunas compañías que el poeta parecía frecuentar, demandando de ella una intervención al respecto ante Lorca. “Hubo luego una larga discusión entre ellos; pero Emilia siguió negándose a hablar con Federico de aquel asunto”, según recogió Penón y leemos en la edición de Ian Gibson mencionada.

Asidua de las tertulias dominicales en casa de Falla, a la que entró por primera vez acompañando a García Lorca, Emilia Llanos supo despejar el camino por l que transitaban la amistad y el afecto mutuos entre el músico y el poeta, como en la ocasión anotada por Penón: “Emilia vio por casualidad a Federico en la calle y le dijo: ‘Ahora mismo tomas el tranvía y te vas a casa de Falla, que te quiere tanto. Es injusto que tú, el mejor poeta de España, estés descuidando así al mejor compositor de España’. Federico obedeció.
Poco tiempo después Falla le dijo a Emilia que estaba encantado: Federico había ido a visitarlo y estuvieron hablando horas y horas. Emilia fingió sorpresa ante la grata noticia”.

Hubo, sobre todo en los años 20, muchos momentos de alegría compartida en Granada: “Nos invitaron a la actuación de la Niña de los Peines en la Plaza de Toros vieja. Fuimos con el maestro Falla. Algo inolvidable. Federico estuvo loco de entusiasmo. Los dos fueron a saludarla”, según el apunte escrito por la propia Emilia para Agustín Penón. O este otro, con motivo de las jornadas previas al Concurso de Cante Jondo de 1922: “Granada estaba llena de artistas, pintores, poetas, músicos, escritores, en fin no vivía más que para los preparativos.
Nos veíamos casi a diario en casa de Falla, en el teatrito del Hotel alace, por la noche en el museo
donde seguían los ensayos; en fin, una temporada deliciosa”.

El ambiente en Granada cambiaría, y mucho, apenas una década después. Emilia habría de fijar sus criterios y sentimientos más personales ante la convulsa sociedad que enarbolaba sus diferencias.
Así por ejemplo, ante lo que no pocos católicos vieron como una persecución alentada por sectores republicanos, Emilia rellenó a mano y firmó en Granada el 5 de abril de 1932 un pequeño documento mediante el cual disponía “de manera expresa  que cuando muera mi enterramiento tenga carácter religioso con arreglo a las normas de la Santa Iglesia Católica, a la cual pertenezco”. Firmó también este documento, como testigo, Manuel de Falla.

Autor: RAFAEL DEL PINO. Granada.

7 de agosto de 2017

Lorca a su 'verdugo': «¿Cree usted que me pasará algo?»




Gerald Brenan y Claude Couffon, primeros investigadores del crimen lorquiano, culparon a Ramón Ruiz Alonso de la detención de Federico García Lorca. No lograron entrevistarse con el que había sido diputado por la CEDA, pero sí lo hicieron el escritor Agustín Penón y el periodista Eduardo Molina Fajardo, a quienes ofreció la misma versión: recibía órdenes del comandante Valdés, el responsable militar en Granada. Los escasos testimonios de Ruiz Alonso fueron muy difíciles de conseguir.





Penón fue el primer investigador que habló con este personaje, quien culpó de la muerte del poeta al teniente coronel Velasco de la Guardia Civil. La paradoja macabra, según cuenta Penón, es que en las estanterías de Ramón Ruiz Alonso relucía el lomo dorado de las obras completas de Federico García Lorca. La entrevista con Ramón Ruiz Alonso revela que García Lorca fue detenido en casa de la familia Rosales, falangistas amigos de los García Lorca, «con el consentimiento de Miguel Rosales», según Ruiz Alonso.





El encuentro de Agustín Penón con Ruiz Alonso (que luego se recogió en un libro póstumo titulado 'Miedo, olvido y fantasía') tuvo lugar en Madrid, gracias a un pintor granadino llamado Álvaro, quien debía visitar a su impresor. Agustín le acompañó en aquella visita a Gráficas Volutas, en el número seis de la calle Muñoz Torrero. Era la empresa del miembro de la CEDA. Aquel hombre cincuentón y grueso se presentó ante Penón en su despacho, en cuyas estanterías le sorprendió la presencia de las 'Obras completas' de García Lorca.





Corría el 15 de agosto de 1955, Penón fue la primera persona que se atrevió a preguntarle al 'verdugo' por el caso García Lorca. Ruiz Alonso le contó que el teniente coronel Velasco de la Guardia Civil le leyó la orden de detención del poeta granadino, entonces refugiado en la casa de los Rosales. «A mí me era muy violento sacar a un detenido de la casa de un jefe de Falange», comentó Ruiz Alonso a Penon. Por eso, según le relató en aquel encuentro, decidió hablar con Rosales. «Sí, es posible que fuera con Miguel».





«Miguel me pidió que lo esperara en el cuartel de San Jerónimo, mientras él iba a su casa para hablar de la situación con Federico y la familia. Rosales me llamó media hora después al cuartel y me pidió que fuera, que Federico ya estaba informado».





Ruiz Alonso describió a Penon su versión de la detención: «Me presentaron a Federico, quien me estrechó la mano efusivamente. Estaba un poco nervioso y me preguntó: '¿Cree usted que me sucederá algo?'. Y yo le contesté: 'He sido elegido especialmente para ser responsable de que llegue ileso al Gobierno y allí se quedará con Rosales, su mejor amigo. No necesita más garantías'. Entonces le pedí a Miguel que me acompañara al Gobierno».





Cinco años detrás





Cinco años estuvo el periodista y entonces director del granadino diario 'Patria' Eduardo Molina Fajardo, desde el 15 de junio de 1970 al 29 de marzo de 1975, para conseguir una entrevista con Ruiz Alonso.





El ex diputado de la CEDA le puso como condición el envío de un cuestionario sobre el tema, «y yo le contestaré todo lo que sepa sobre sus preguntas». Pero retrasó la respuesta y Molina Fajardo insistió nuevamente. La tardanza se debió a la muerte de Luis García-Alix, jefe de la CEDA e implicado en el crimen de García Lorca. Por esa razón, Ruiz Alonso quiso matizar y repensar sus respuestas.





En una de las muchas llamadas del periodista a este testigo de excepción se produjo una gran revelación: Ruiz Alonso le contó que había escrito un libro, titulado 'Así se escribe la historia', que debía publicarse en el extranjero, no sabía si en vida o «cuando Dios me haya llevado».





Hasta el día de hoy nada se sabe sobre ese testimonio escrito de Ruiz Alonso, aunque algunos de los investigadores, muy pocos, aseguran que ese libro existe y contiene la confesión póstuma del hombre que detuvo a García Lorca.





Tras varias conversaciones telefónicas más, la entrevista (que Molina Fajardo recogió en el libro póstumo 'Los últimos días de García Lorca') se celebró en Madrid, en el domicilio de Ruiz Alonso en la calle Maestro Chapí, 7. Le pidió que dejara la grabadora, «pues le molestaban esos aparatos».





-«¿Quién denunció a Federico García Lorca?, preguntó el periodista. «Queipo de Llano llamó al comandante Valdés desde Sevilla, dando el domicilio donde estaba Federico García Lorca, pero sin saber que era la casa de los falangistas Rosales», contestó Ruiz Alonso.





-«¿Cómo fue que usted realizó la detención?», dijo Eduardo Molina Fajardo. «Valdés me dio la orden de conducirlo desde ese domicilio al Gobierno Civil, respondiendo del buen resultado del servicio con mi vida, lo que hice con la mayor discreción», respondió el diputado de la CEDA, quien 'cumplió su misión'.





http://www.ideal.es/granada/prensa/20070822/vivir/lorca-verdugo-cree-usted_20070822.html

Lorca a su 'verdugo': «¿Cree usted que me pasará algo?»

Gerald Brenan y Claude Couffon, primeros investigadores del crimen lorquiano, culparon a Ramón Ruiz Alonso de la detención de Federico García Lorca. No lograron entrevistarse con el que había sido diputado por la CEDA, pero sí lo hicieron el escritor Agustín Penón y el periodista Eduardo Molina Fajardo, a quienes ofreció la misma versión: recibía órdenes del comandante Valdés, el responsable militar en Granada. Los escasos testimonios de Ruiz Alonso fueron muy difíciles de conseguir.

Penón fue el primer investigador que habló con este personaje, quien culpó de la muerte del poeta al teniente coronel Velasco de la Guardia Civil. La paradoja macabra, según cuenta Penón, es que en las estanterías de Ramón Ruiz Alonso relucía el lomo dorado de las obras completas de Federico García Lorca. La entrevista con Ramón Ruiz Alonso revela que García Lorca fue detenido en casa de la familia Rosales, falangistas amigos de los García Lorca, «con el consentimiento de Miguel Rosales», según Ruiz Alonso.

El encuentro de Agustín Penón con Ruiz Alonso (que luego se recogió en un libro póstumo titulado 'Miedo, olvido y fantasía') tuvo lugar en Madrid, gracias a un pintor granadino llamado Álvaro, quien debía visitar a su impresor. Agustín le acompañó en aquella visita a Gráficas Volutas, en el número seis de la calle Muñoz Torrero. Era la empresa del miembro de la CEDA. Aquel hombre cincuentón y grueso se presentó ante Penón en su despacho, en cuyas estanterías le sorprendió la presencia de las 'Obras completas' de García Lorca.

Corría el 15 de agosto de 1955, Penón fue la primera persona que se atrevió a preguntarle al 'verdugo' por el caso García Lorca. Ruiz Alonso le contó que el teniente coronel Velasco de la Guardia Civil le leyó la orden de detención del poeta granadino, entonces refugiado en la casa de los Rosales. «A mí me era muy violento sacar a un detenido de la casa de un jefe de Falange», comentó Ruiz Alonso a Penon. Por eso, según le relató en aquel encuentro, decidió hablar con Rosales. «Sí, es posible que fuera con Miguel».

«Miguel me pidió que lo esperara en el cuartel de San Jerónimo, mientras él iba a su casa para hablar de la situación con Federico y la familia. Rosales me llamó media hora después al cuartel y me pidió que fuera, que Federico ya estaba informado».

Ruiz Alonso describió a Penon su versión de la detención: «Me presentaron a Federico, quien me estrechó la mano efusivamente. Estaba un poco nervioso y me preguntó: '¿Cree usted que me sucederá algo?'. Y yo le contesté: 'He sido elegido especialmente para ser responsable de que llegue ileso al Gobierno y allí se quedará con Rosales, su mejor amigo. No necesita más garantías'. Entonces le pedí a Miguel que me acompañara al Gobierno».

Cinco años detrás

Cinco años estuvo el periodista y entonces director del granadino diario 'Patria' Eduardo Molina Fajardo, desde el 15 de junio de 1970 al 29 de marzo de 1975, para conseguir una entrevista con Ruiz Alonso.

El ex diputado de la CEDA le puso como condición el envío de un cuestionario sobre el tema, «y yo le contestaré todo lo que sepa sobre sus preguntas». Pero retrasó la respuesta y Molina Fajardo insistió nuevamente. La tardanza se debió a la muerte de Luis García-Alix, jefe de la CEDA e implicado en el crimen de García Lorca. Por esa razón, Ruiz Alonso quiso matizar y repensar sus respuestas.

En una de las muchas llamadas del periodista a este testigo de excepción se produjo una gran revelación: Ruiz Alonso le contó que había escrito un libro, titulado 'Así se escribe la historia', que debía publicarse en el extranjero, no sabía si en vida o «cuando Dios me haya llevado».

Hasta el día de hoy nada se sabe sobre ese testimonio escrito de Ruiz Alonso, aunque algunos de los investigadores, muy pocos, aseguran que ese libro existe y contiene la confesión póstuma del hombre que detuvo a García Lorca.

Tras varias conversaciones telefónicas más, la entrevista (que Molina Fajardo recogió en el libro póstumo 'Los últimos días de García Lorca') se celebró en Madrid, en el domicilio de Ruiz Alonso en la calle Maestro Chapí, 7. Le pidió que dejara la grabadora, «pues le molestaban esos aparatos».

-«¿Quién denunció a Federico García Lorca?, preguntó el periodista. «Queipo de Llano llamó al comandante Valdés desde Sevilla, dando el domicilio donde estaba Federico García Lorca, pero sin saber que era la casa de los falangistas Rosales», contestó Ruiz Alonso.

-«¿Cómo fue que usted realizó la detención?», dijo Eduardo Molina Fajardo. «Valdés me dio la orden de conducirlo desde ese domicilio al Gobierno Civil, respondiendo del buen resultado del servicio con mi vida, lo que hice con la mayor discreción», respondió el diputado de la CEDA, quien 'cumplió su misión'.

http://www.ideal.es/granada/prensa/20070822/vivir/lorca-verdugo-cree-usted_20070822.html

Las mil y una muertes de Agustín Penón




La muerte en Costa Rica en 1976 de Agustín Penón, el primer investigador de la muerte de Lorca, está tan oculta que se ha convertido en un misterio. Ni su a familia sabe, o al menos dice no saber, cómo ocurrió y algunos señalan que falleció "de mil y una maneras distintas".





Nacido en 1920 en Barcelona y de nacionalidad estadounidense, Penón fue el primer investigador en profundidad de la muerte del poeta Federico García Lorca, en Granada, en las primeras semanas de la Guerra Civil española.





Las anotaciones de su exhaustiva investigación llenaron una maleta, que se llevó consigo cuando salió a toda prisa de España en 1956 y que es mundialmente conocida como "La maleta de Penón".





Margarita Penón, sobrina del investigador y primera dama de Costa Rica durante matrimonioa con el expresidente y nobel de la Paz Oscar Arias, declaró a Efe que "actualmente nadie de la familia sabe de qué murió".





"Yo era ahijada de Agustín, que era mi tío. Su muerte se produjo estando yo fuera de Costa Rica y lo que recuerdo es que era de noche y fue una muerte inesperada", explica.





La periodista española Isabel M. Reverte afirmó en un artículo en el diario El País en 2016 sobre la última depositaria de la famosa maleta y autora de un libro sobre los documentos, la fallecida Marta Osorio, que "Agustín Penón se suicidó" e intelectuales contemporáneos del investigador en San José añaden que fue "por motivos sentimentales".





Personajes de la cultura y el periodismo consultados por Efe en Costa Rica señalan la muerte de Penón como resultado de un accidente de tráfico y otros, los menos, dicen que fue un homicidio por robo.





Margarita Penón es tajante: "en Costa Rica hablarán y hablarán, y habrá tantas formas de morir como personajes hablen".





Penón murió el 1 de febrero de 1976 en San José y se le hizo la autopsia un día después, confirma a Efe el Organismo de Investigación Judicial de Costa Rica (OIJ).





Pero no pudieron facilitar los resultados "porque el documento está encriptado", explican en el OIJ. Al parecer, en Costa Rica existe la posibilidad de que los familiares del fallecido nieguen al público en general su acceso a los documentos de defunción.





No hay noticia de la muerte de Penón en los periódicos de Costa Rica posteriores a su muerte ni tampoco es posible acceder a los documentos de defunción ni a los de su enterramiento.





El olvido o la ignorancia es otra forma de muerte. El Departamento de Literatura de la Universidad de Costa Rica responde por medio del director a los requerimientos sobre Penón: "No tengo ninguna noticia. ¿Este señor estuvo de pasada por Costa Rica o se afincó en el país?".





Agustín Penón llegó a Granada en 1955 procedente de Nueva York, donde trabajaba como guionista de radio y se encontró un halo de misterio en torno a la muerte de García Lorca (1898-1936) que, salvando las distancias, se mantiene hoy en su persona en San José.





El periodista y editor español Juan Luis Tapia explica a Efe que "fue el investigador más profundo de la muerte del poeta. Quizá su nacionalidad norteamericana le ayudó a moverse con cierta libertad por la Granada cerrada, franquista", aunque "antes llegaron el escritor inglés Gerarl Brenan y el periodista de Le Figaro Litteraire Claude Couffon".





Descubrió que García Lorca no fue fusilado inmediatamente después de su detención como se decía, consiguió la partida oficial de su defunción, tuvo acceso a escritos inéditos y tomó fotografías, dibujó mapas y planos, y tomó numerosas notas (en inglés, por si se las investigaban) que ocuparon una maleta con la que salió de España en septiembre de 1956 por el puerto de Cádiz.





Pero... ¿cuál es la razón por la que Penón no publicó un trabajo propio sobre la investigación que tanto le costó?. Margarita Penón señala que "era un ser muy especial, muy perfeccionista y quizá por eso nunca lo publicó".





Ella recuerda a su tío y padrino como una persona "amena, dulce, sincera y llena de perseverancia".

http://www.elperiodico.com/es/ocio-y-cultura/20170805/las-mil-y-una-muertes-de-agustin-penon-investigador-de-lorca-en-costa-rica-6209200



Las mil y una muertes de Agustín Penón

La muerte en Costa Rica en 1976 de Agustín Penón, el primer investigador de la muerte de Lorca, está tan oculta que se ha convertido en un misterio. Ni su a familia sabe, o al menos dice no saber, cómo ocurrió y algunos señalan que falleció "de mil y una maneras distintas".

Nacido en 1920 en Barcelona y de nacionalidad estadounidense, Penón fue el primer investigador en profundidad de la muerte del poeta Federico García Lorca, en Granada, en las primeras semanas de la Guerra Civil española.

Las anotaciones de su exhaustiva investigación llenaron una maleta, que se llevó consigo cuando salió a toda prisa de España en 1956 y que es mundialmente conocida como "La maleta de Penón".

Margarita Penón, sobrina del investigador y primera dama de Costa Rica durante matrimonioa con el expresidente y nobel de la Paz Oscar Arias, declaró a Efe que "actualmente nadie de la familia sabe de qué murió".

"Yo era ahijada de Agustín, que era mi tío. Su muerte se produjo estando yo fuera de Costa Rica y lo que recuerdo es que era de noche y fue una muerte inesperada", explica.

La periodista española Isabel M. Reverte afirmó en un artículo en el diario El País en 2016 sobre la última depositaria de la famosa maleta y autora de un libro sobre los documentos, la fallecida Marta Osorio, que "Agustín Penón se suicidó" e intelectuales contemporáneos del investigador en San José añaden que fue "por motivos sentimentales".

Personajes de la cultura y el periodismo consultados por Efe en Costa Rica señalan la muerte de Penón como resultado de un accidente de tráfico y otros, los menos, dicen que fue un homicidio por robo.

Margarita Penón es tajante: "en Costa Rica hablarán y hablarán, y habrá tantas formas de morir como personajes hablen".

Penón murió el 1 de febrero de 1976 en San José y se le hizo la autopsia un día después, confirma a Efe el Organismo de Investigación Judicial de Costa Rica (OIJ).

Pero no pudieron facilitar los resultados "porque el documento está encriptado", explican en el OIJ. Al parecer, en Costa Rica existe la posibilidad de que los familiares del fallecido nieguen al público en general su acceso a los documentos de defunción.

No hay noticia de la muerte de Penón en los periódicos de Costa Rica posteriores a su muerte ni tampoco es posible acceder a los documentos de defunción ni a los de su enterramiento.

El olvido o la ignorancia es otra forma de muerte. El Departamento de Literatura de la Universidad de Costa Rica responde por medio del director a los requerimientos sobre Penón: "No tengo ninguna noticia. ¿Este señor estuvo de pasada por Costa Rica o se afincó en el país?".

Agustín Penón llegó a Granada en 1955 procedente de Nueva York, donde trabajaba como guionista de radio y se encontró un halo de misterio en torno a la muerte de García Lorca (1898-1936) que, salvando las distancias, se mantiene hoy en su persona en San José.

El periodista y editor español Juan Luis Tapia explica a Efe que "fue el investigador más profundo de la muerte del poeta. Quizá su nacionalidad norteamericana le ayudó a moverse con cierta libertad por la Granada cerrada, franquista", aunque "antes llegaron el escritor inglés Gerarl Brenan y el periodista de Le Figaro Litteraire Claude Couffon".

Descubrió que García Lorca no fue fusilado inmediatamente después de su detención como se decía, consiguió la partida oficial de su defunción, tuvo acceso a escritos inéditos y tomó fotografías, dibujó mapas y planos, y tomó numerosas notas (en inglés, por si se las investigaban) que ocuparon una maleta con la que salió de España en septiembre de 1956 por el puerto de Cádiz.

Pero... ¿cuál es la razón por la que Penón no publicó un trabajo propio sobre la investigación que tanto le costó?. Margarita Penón señala que "era un ser muy especial, muy perfeccionista y quizá por eso nunca lo publicó".

Ella recuerda a su tío y padrino como una persona "amena, dulce, sincera y llena de perseverancia".
http://www.elperiodico.com/es/ocio-y-cultura/20170805/las-mil-y-una-muertes-de-agustin-penon-investigador-de-lorca-en-costa-rica-6209200

6 de agosto de 2017

La Primavera del 68 (1)




Mayo del 68 estuvo sembrado de nombres propios. Quizás el más repetido sea el del existencialista Jean-Paul Sartre, entonces en lo más alto de su popularidad. Sus pensamientos resumen a la perfección lo que fue este movimiento: «No existe ninguna razón para preparar la felicidad del día de mañana al precio de la injusticia, la opresión o la miseria hoy. Lo que se requiere es un cambio inmediato». La consigna que dio a los estudiantes ha pasado a la historia: «Ustedes llevan la imaginación al poder».

La Primavera del 68 (1)

Mayo del 68 estuvo sembrado de nombres propios. Quizás el más repetido sea el del existencialista Jean-Paul Sartre, entonces en lo más alto de su popularidad. Sus pensamientos resumen a la perfección lo que fue este movimiento: «No existe ninguna razón para preparar la felicidad del día de mañana al precio de la injusticia, la opresión o la miseria hoy. Lo que se requiere es un cambio inmediato». La consigna que dio a los estudiantes ha pasado a la historia: «Ustedes llevan la imaginación al poder».

Un militar demócrata, no un traidor Capitán Fenoll Castell



Su brillante carrera terminó el 5 de agosto de 1936: a sus cuatro hijos menores y a su esposa musulmana se les obligó al destierro







Antonio Fenoll Castell, natural de Orihuela e hijo de José y de Concepción, de 48 años, era capitán del Regimiento de Infantería Lepanto nº 5 de Granada. Se casó con Arjimo Hach-Blach horas antes de ser fusilado, en agosto de 1936.



Fenoll es un oficial genuinamente comprometido con la causa republicana, con una dilatada y brillante hoja de servicios: más de 24 años de profesión militar, sobresale por sus dotes de mando, eficacia, disciplina y eficiencia en la instrucción, con cualidades excepcionales en orden de batalla, como pudo comprobarse en la campaña de Marruecos, que le hizo acreedor de recibir la Cruz de Primera Clase de Mérito Militar con distintivo rojo como oficial del Tercio, así como la Medalla militar de Marruecos, entre otras distinciones.



Con apenas 23 años se incorpora a la Escuela de Infantería, habiendo pasado por la Caja de Reclutas de Cartagena, Regimiento Covadonga nº 40 (Asturias), Regimiento Sevilla nº 23 (Cartagena), Batallón de Cazadores Cataluña nº 1 (Melilla), Tercio de La Legión, Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas de Larache, nº 4 (1925-1929), Regimiento Príncipe nº 3, Oviedo (1930).



Finalmente, ya capitán, es destinado al Regimiento Infantería con mando en Granada, el Lepanto nº 5 (Córdoba nº 10). Gracias a sus buenas dotes militares se ocupó de la instrucción militar de soldados y su nombre sonó para ocupar la Jefatura del Cuerpo de Vigilancia, Seguridad y Guardia de Asalto en la primavera de 1936, circunstancia que no llegó a producirse, aunque le valió la enemistad con el capitán José María Nestares Cuéllar. El Lepanto nº 5 sería, pues, su último destino en el que permanece desde 1930 hasta el 18 de agosto de 1936 en que causa baja "al ser fusilado en aplicación sentencia consejo de guerra sumarísimo". Previamente habría sido separado del mando y detenido en prisión militar desde el 25 de julio.



El falangista José Valdés Guzmán, comandante sublevado de Intervención y flamante gobernador civil de Granada desde 20 de julio 1936 (por "autoproclamación"), será uno de los principales testigos de cargo contra Fenoll Castell. En la instrucción de la causa consta la siguiente afirmación de Valdés y de otros oficiales de Infantería: "que respecto al Capitán Fenoll sabe que es de ideas izquierdistas, de todo tiempo que lo conoce llegando a su conocimiento, sin que pueda precisar por qué conducto, el que en la Sala de Banderas en ocasión de audiciones de radio había hecho algunas manifestaciones en que calificaba de descabellado el movimiento militar".



Arjimo Hach Ali, esposa de Antonio Fenoll, cuando intuye las consecuencias dramáticas de la detención y procesamiento de su esposo, se personó en las dependencias del Gobierno Civil (Duquesa). Allí se produjeron instantes de máxima tensión protagonizada por Valdés y la compañera de Fenoll que reclamaba, en vano, la libertad y clemencia para con el padre de sus hijos. Arjimo Hach llegó a "zarandear" a Valdés, en tono amenazante, por la impotencia de la situación. Valdés, fríamente, reaccionó: "Que me la quiten de enmedio también". Pero, según recuerda Purificación Fenol, "no se atrevieron por miedo a las repercusiones de haber fusilado a una mujer musulmana…."



Antonio Fenoll y el resto de procesados, militares leales a la República (Oterino, Martínez Álvárez-Valcárcel y Muñoz Punzano, de Infantería y el capitán de Intendencia Bonifacio Jiménez Carrillo) se negaron a acudir el 17 de agosto de 1936 al lugar fijado para la vista militar; no quisieron hacerlo "en protesta por la falta de garantías en el procedimiento". Fueron obligados finalmente a comparecer y, con entereza, Fenoll les habría lanzado: "Solo soy un militar y soy inocente de los delitos que se me imputan".



Pero la sentencia venía ya hecha. Todos los procesados fueron condenados a la máxima pena por considerárseles autores (¡del delito de traición!, pena que le fue conmutada por prisión perpetua a Bonifacio Jiménez Carrillo), con accesorias de degradación de sus insignias militares porque formaban un comité dentro del Cuartel del Regimiento celebrando entre sí frecuentes reuniones y manteniendo relaciones con el precitado espía marxista (Alejandro Otero), cooperando todos ellos dentro de su esfera y a la medida posible a cada uno en el suministro de datos de necesario conocimiento a las fuerzas marxistas.



A las 5 horas del 18 de agosto de 1936 se procede a la ejecución de la sentencia. Terminaba así la brillante carrera militar de Antonio Fenol. Atrás dejaba cuatro hijos menores y una esposa de religión musulmana, a los que se les obligó a partir "con lo puesto y sin medios económicos" al destierro, para acogerse en Larache, donde residieron hasta su retorno a Granada en 1945. Allí pudieron rehacer sus vidas gracias a la solidaridad de gentes de bien que admiraban la valía de un prestigioso militar injustamente fusilado que nunca fue olvidado, aunque llorado en silencio.



Purificación Fenoll rememora con tremenda ternura y admiración a su madre quien les educó, a ella y hermanos, en el respeto alejándoles del odio estéril y del rencor paralizante. Les supo insuflar el valor de principios ciudadanos nobles y el valor del esfuerzo y de la educación. Con las dificultades obvias de ser "hija de rojo" aprovechó la oportunidad de la vida para formarse, hasta culminar sus estudios y conseguir alcanzar una cátedra universitaria, puesto en el que se jubiló.



Belén Peinado Fenoll no puede contener la emoción cuando rememora la nobleza y compromiso democrático de su abuelo; emoción contenida que hoy esgrime con orgullo el resto de su familia.



Honramos y dignificamos su recuerdo, extensible al resto de víctimas recogidas en el Memorial de las Tapias del Cementerio de San José de Granada que hoy, 27 de julio de 2017, será inaugurado a iniciativa del colectivo memorialista.

Un militar demócrata, no un traidor Capitán Fenoll Castell


Su brillante carrera terminó el 5 de agosto de 1936: a sus cuatro hijos menores y a su esposa musulmana se les obligó al destierro


Antonio Fenoll Castell, natural de Orihuela e hijo de José y de Concepción, de 48 años, era capitán del Regimiento de Infantería Lepanto nº 5 de Granada. Se casó con Arjimo Hach-Blach horas antes de ser fusilado, en agosto de 1936.

Fenoll es un oficial genuinamente comprometido con la causa republicana, con una dilatada y brillante hoja de servicios: más de 24 años de profesión militar, sobresale por sus dotes de mando, eficacia, disciplina y eficiencia en la instrucción, con cualidades excepcionales en orden de batalla, como pudo comprobarse en la campaña de Marruecos, que le hizo acreedor de recibir la Cruz de Primera Clase de Mérito Militar con distintivo rojo como oficial del Tercio, así como la Medalla militar de Marruecos, entre otras distinciones.

Con apenas 23 años se incorpora a la Escuela de Infantería, habiendo pasado por la Caja de Reclutas de Cartagena, Regimiento Covadonga nº 40 (Asturias), Regimiento Sevilla nº 23 (Cartagena), Batallón de Cazadores Cataluña nº 1 (Melilla), Tercio de La Legión, Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas de Larache, nº 4 (1925-1929), Regimiento Príncipe nº 3, Oviedo (1930).

Finalmente, ya capitán, es destinado al Regimiento Infantería con mando en Granada, el Lepanto nº 5 (Córdoba nº 10). Gracias a sus buenas dotes militares se ocupó de la instrucción militar de soldados y su nombre sonó para ocupar la Jefatura del Cuerpo de Vigilancia, Seguridad y Guardia de Asalto en la primavera de 1936, circunstancia que no llegó a producirse, aunque le valió la enemistad con el capitán José María Nestares Cuéllar. El Lepanto nº 5 sería, pues, su último destino en el que permanece desde 1930 hasta el 18 de agosto de 1936 en que causa baja "al ser fusilado en aplicación sentencia consejo de guerra sumarísimo". Previamente habría sido separado del mando y detenido en prisión militar desde el 25 de julio.

El falangista José Valdés Guzmán, comandante sublevado de Intervención y flamante gobernador civil de Granada desde 20 de julio 1936 (por "autoproclamación"), será uno de los principales testigos de cargo contra Fenoll Castell. En la instrucción de la causa consta la siguiente afirmación de Valdés y de otros oficiales de Infantería: "que respecto al Capitán Fenoll sabe que es de ideas izquierdistas, de todo tiempo que lo conoce llegando a su conocimiento, sin que pueda precisar por qué conducto, el que en la Sala de Banderas en ocasión de audiciones de radio había hecho algunas manifestaciones en que calificaba de descabellado el movimiento militar".

Arjimo Hach Ali, esposa de Antonio Fenoll, cuando intuye las consecuencias dramáticas de la detención y procesamiento de su esposo, se personó en las dependencias del Gobierno Civil (Duquesa). Allí se produjeron instantes de máxima tensión protagonizada por Valdés y la compañera de Fenoll que reclamaba, en vano, la libertad y clemencia para con el padre de sus hijos. Arjimo Hach llegó a "zarandear" a Valdés, en tono amenazante, por la impotencia de la situación. Valdés, fríamente, reaccionó: "Que me la quiten de enmedio también". Pero, según recuerda Purificación Fenol, "no se atrevieron por miedo a las repercusiones de haber fusilado a una mujer musulmana…."

Antonio Fenoll y el resto de procesados, militares leales a la República (Oterino, Martínez Álvárez-Valcárcel y Muñoz Punzano, de Infantería y el capitán de Intendencia Bonifacio Jiménez Carrillo) se negaron a acudir el 17 de agosto de 1936 al lugar fijado para la vista militar; no quisieron hacerlo "en protesta por la falta de garantías en el procedimiento". Fueron obligados finalmente a comparecer y, con entereza, Fenoll les habría lanzado: "Solo soy un militar y soy inocente de los delitos que se me imputan".

Pero la sentencia venía ya hecha. Todos los procesados fueron condenados a la máxima pena por considerárseles autores (¡del delito de traición!, pena que le fue conmutada por prisión perpetua a Bonifacio Jiménez Carrillo), con accesorias de degradación de sus insignias militares porque formaban un comité dentro del Cuartel del Regimiento celebrando entre sí frecuentes reuniones y manteniendo relaciones con el precitado espía marxista (Alejandro Otero), cooperando todos ellos dentro de su esfera y a la medida posible a cada uno en el suministro de datos de necesario conocimiento a las fuerzas marxistas.

A las 5 horas del 18 de agosto de 1936 se procede a la ejecución de la sentencia. Terminaba así la brillante carrera militar de Antonio Fenol. Atrás dejaba cuatro hijos menores y una esposa de religión musulmana, a los que se les obligó a partir "con lo puesto y sin medios económicos" al destierro, para acogerse en Larache, donde residieron hasta su retorno a Granada en 1945. Allí pudieron rehacer sus vidas gracias a la solidaridad de gentes de bien que admiraban la valía de un prestigioso militar injustamente fusilado que nunca fue olvidado, aunque llorado en silencio.

Purificación Fenoll rememora con tremenda ternura y admiración a su madre quien les educó, a ella y hermanos, en el respeto alejándoles del odio estéril y del rencor paralizante. Les supo insuflar el valor de principios ciudadanos nobles y el valor del esfuerzo y de la educación. Con las dificultades obvias de ser "hija de rojo" aprovechó la oportunidad de la vida para formarse, hasta culminar sus estudios y conseguir alcanzar una cátedra universitaria, puesto en el que se jubiló.

Belén Peinado Fenoll no puede contener la emoción cuando rememora la nobleza y compromiso democrático de su abuelo; emoción contenida que hoy esgrime con orgullo el resto de su familia.

Honramos y dignificamos su recuerdo, extensible al resto de víctimas recogidas en el Memorial de las Tapias del Cementerio de San José de Granada que hoy, 27 de julio de 2017, será inaugurado a iniciativa del colectivo memorialista.

UNA MINISTRA CON LOS ZAPATOS ROTOS






Por las calles de Toulouse, a Federica Montseny se la veía pasear con los zapatos rotos. No se acordaba de sus necesidades, pero sí de las de sus compatriotas. Así la recuerda Aurora Tejerina, hija de un exiliado anarquista, en el documental Federica Montseny, la indomable (Jean Michel Rodrigo, Marmita Films, 2016). La exministra de Sanidad llenaba anfiteatros -“venían de toda Francia”, cuenta la mujer que la conoció- y participaba en las verbenas benéficas en las que se escuchaba tanto música como poesía. Nunca abandonó ni su grafomanía ni la capital occitana hasta su muerte en 1994. La recuerdan enérgica y justa, radical en su defensa de la igualdad y la cultura como instrumento de cambio. Allí escribió libros como El problema de los sexos, matrimonio, unión libre y amor sin conviviencia, que sigue sonando moderno 70 años después. Junto a la ginecóloga Amparo Poch, fundadora del movimiento anarquista y feminista Mujeres Libres, promovía la educación sexual dentro del legendario hospital Varsovia, fundado por exiliados.









UNA MINISTRA CON LOS ZAPATOS ROTOS

Por las calles de Toulouse, a Federica Montseny se la veía pasear con los zapatos rotos. No se acordaba de sus necesidades, pero sí de las de sus compatriotas. Así la recuerda Aurora Tejerina, hija de un exiliado anarquista, en el documental Federica Montseny, la indomable (Jean Michel Rodrigo, Marmita Films, 2016). La exministra de Sanidad llenaba anfiteatros -“venían de toda Francia”, cuenta la mujer que la conoció- y participaba en las verbenas benéficas en las que se escuchaba tanto música como poesía. Nunca abandonó ni su grafomanía ni la capital occitana hasta su muerte en 1994. La recuerdan enérgica y justa, radical en su defensa de la igualdad y la cultura como instrumento de cambio. Allí escribió libros como El problema de los sexos, matrimonio, unión libre y amor sin conviviencia, que sigue sonando moderno 70 años después. Junto a la ginecóloga Amparo Poch, fundadora del movimiento anarquista y feminista Mujeres Libres, promovía la educación sexual dentro del legendario hospital Varsovia, fundado por exiliados.


13 Rosas que murieron por la Libertad.


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Respeto y Honor, Ceniza y Humo... 13 Jovenes, 13 Rosas que murieron por la Libertad.


🌹Victoria Muñoz García
Una de las más jóvenes de las Trece Rosas, fue asesinada con tan sólo 18 años. El año 1936 ingresó en las JSU y continuó con sus actividades clandestinas al terminar la guerra en el grupo de Chamartín de la Rosa. Sus dos hermanos habían muerto fusilado uno y tras recibir una paliza en prisión el otro.


🌹Luisa Rodríguez de la Fuente
Luisa fue junto con Victoria la más joven del grupo al morir con 18 años. Trabajaba como modista y colaboraba con las JSU desde los tiempos de la guerra. Luisa no tuvo ningún cargo importante en el grupo por lo que se dedicó a tareas varias.


🌹Julia Conesa Conesa
Fusilada a los 19 años, Julia era una joven asturiana afincada en Madrid que se afilió a las JSU donde llegó a ser secretaria deportiva del Sector Oeste.


🌹Adelina García Casillas
Hija de un guardia civil, había nacido en Ávila y trabajaba como modista. Durante la guerra se había afiliado al JSU. Fue fusilada con 19 años.


🌹Virtudes González García
Virtudes era una modista de Madrid que se había unido a las JSU en 1936 y había sido nombrada secretaria femenina del club “Pablo Vargas”. Fue fusilada con 19 años.


🌹Elena Gil Olaya
Tenía 20 años cuando Elena, modista madrileña y miembro de las JSU desde 1937 fue fusilada junto a las demás detenidas.


🌹Dionisia Manzanero Salas
Dionisia participó activamente en la guerra civil como enfermera, ayudando en la retaguardia e incluso estuvo en el frente. Cuando fue detenida con 20 años, trabajaba como modista en su Madrid natal.


🌹Ana López Gallego
Ana había nacido en La Carolina, Jaén, pero vivía en Madrid donde trabajaba como modista. Durante la guerra se unió a las JSU y fue nombrada secretaria femenina del Radio de Chamartín de la Rosa. Tenía 21 años cuando fue fusilada. Ana tuvo una muerte cruel al no fallecer a la primera carga. Viendo que aun no había fallecido, la joven preguntó en voz alta “¿Es que a mí no me matan?”


🌹Martina Barroso García
Martina había nacido en un pueblo de Ávila llamado Gilbuena. Trabajó en Madrid como modista y en un comedor social. Afiliada a las JSU en 1937 fue fusilada con 22 años.


🌹Joaquina López Lafiite
Asturiana de nacimiento, Joaquina era una estudiante de 23 cuando fue detenida y fusilada. Había ingresado en el PCE en 1936.


🌹Carmen Barrero Aguado
Carmen llevaba trabajando desde los 12 años como modista para ayudar a su madre viuda a mantener una extensa familia de nueve hijos. Durante la guerra fue militante del PCE y en la posguerra pasó a dirigir su sección femenina. Fue fusilada con 24 años.


🌹Pilar Bueno Ibáñez
Zaragozana nacida en Sos del Rey Católico, Pilar vivía con sus tíos en Madrid desde pequeña. Trabajaba como modista y era miembro del PCE desde 1936. Fue fusilada con 26 años.


🌹Blanca Brisac Vázquez
La más mayor de las trece, Blanca fue una comunista nacida en San Sebastián que antes de casarse fue pianista. Cambió la música por la costura tras contraer matrimonio. Vivía en Madrid cuando fue detenida y fusilada con 29 años.


🌹Antonia Torres Llera
Antonia era una joven de 19 años que trabajaba en una fábrica de sellos en Madrid, ciudad en la que nació. Desde 1936 formaba parte de las JSU. Antonia no murió junto a las otras trece condenadas el 5 de agosto, sino que fue fusilada el 19 de febrero de 1940 por un error administrativo.