21 de septiembre de 2017

El Cementerio de Granada según Robert Neville

Estado en que se encontraban las Tapias del Cementerio de San Jose en 1966
La Prisión Provincial de Granada, construida para albergar un máximo de 400 presos, a los pocos días de la sublevación, contenía ya a 2.000 personas. En un principio, a los presos más relevantes se les sometió a consejos de guerra y a juicios sumarísimos, carentes de garantías jurídicas. Después, los juicios ya no se llevaron acabo, y miles de presos serán ejecutados directamente. Cada noche en la cárcel, se leían públicamente las listas de los presos que habían sido condenados a muerte. Luego, unas horas antes del amanecer, eran llevados en camiones hasta las tapias del cementerio donde serían fusilados. 

Merece la pena relatar algunos de los testimonios que nos han llegado de estos terribles hechos. 

El primero procede del diario de Robert Neville, cronista del New York Herald Tribune, publicado íntegramente en ese periódico. Neville, llegó a Granada el 18 de julio de 1936 y permaneció en la ciudad hasta el 12 de agosto: 
“Ya hemos desentrañado la significación de la ráfaga de disparos que oímos cada mañana al amanecer y cada tarde al anochecer. También hemos podido relacionarlo con los camiones de soldados que suben por el Washington Irving unos pocos minutos antes de que se oigan los disparos y que bajan otros minutos después. Hoy cuatro de nosotros jugábamos al bridge en una habitación de la segunda planta del hotel cuando pasaron dos camiones. Desde abajo habría parecido que todos los hombres en aquellos enormes camiones fuesen soldados, pero hoy los vimos desde arriba y observamos que en el centro de cada camión había un grupo de paisanos. El camino que pasa por el Washington Irving va al cementerio. No va a otro sitio. Hoy los camiones subieron con aquellos paisanos. En cinco minutos oímos los disparos. A los cinco minutos bajaron los camiones, y esta vez no había paisanos. Aquellos soldados eran el pelotón y aquellos paisanos iban a ser fusilados”.