Mi abuelo Joaquín Torres Olmedo por Olga Aguilera Torres
Joaquin Torres Olmedo
¿Como tuvo que ser, para que una madre abriera la puerta a los asesinos de su hijo, les viera la cara y jamás en los 28 años del resto de su vida se atreviera a contarlo y por supuesto mucho menos a identificarlos?
¿Como es que algo tan trágico como la desaparición y muerte de una persona esté tan presente y tan ausente a la vez en la vida de toda una familia, de tal forma que solo se escucharan silencios, siempre silencios……..?
Es fácil reprochar los ¡malditos silencios! de mi familia, a mi misma me pasa cada vez que pienso en la muerte de mi abuelo en septiembre de 1936. No me surge más que indignación y reproche, y lo que es peor, contra las personas que vivieron el momento de su desaparición y que jamás respondieron a una sola de mis preguntas. Pero en seguida me doy cuenta que no tengo derecho, aunque sea su nieta, a sentir ni mas indignación ni más dolor que esa madre y que esa mujer joven, que acababan de perder a su hijo y a su marido en ese justo momento y….¡en qué momento!
Mujeres, como en miles de familias a partir del 36, sólo quedaron mujeres. Siempre mujeres y solas…….
Así también ocurrió en mi familia cuando el día 2 de septiembre de 1.936 a las 10 de la noche se llevan a mi abuelo Joaquín Torres Olmedo de 26 años.
En la casa, esa noche estaba mi madre, hija recién nacida de Joaquín con horas de vida, mi tía (su otra hija) con 3 años, mi abuela Antonia (su mujer) de 23 años y mi bisabuela Luisa, madre de Joaquín. 2 Mujeres, dos niñas ….y solas .
-Sale Luisa a abrir la puerta. Esta llamando una pareja de la guardia civil.
-Señora, su hijo se viene con nosotros, no se preocupe es sólo un momento, para hacerle unas preguntas y en seguida vuelve.
Todavía en 1964 mi bisabuela Luisa recordaba con la ingenuidad y la inocencia con la que ella despertó a su hijo para que acompañara a los guardias. Y como, desde el rellano superior de la escalera de la casa, cuando lo vio irse , le gritó -“¡Pero Joaquín hombre!, péinate por lo menos”. Jamás mi bisabuela olvidaría el golpe de la puerta al cerrarse y las ultimas palabras de su hijo.- “Anda máma…. para donde voy a ir” . Desde ese justo momento supo que jamás lo volvería a ver.
Pero en la casa quedaba otra mujer joven y valiente que no estaba dispuesta a darse por vencida, era mi abuela Antonia, mujer de Joaquín. Acababa de dar a luz a la pequeña de sus dos hijas, mi madre, aunque esto para ella no fue impedimento y a la mañana siguiente “al clarear el día” como siempre decía ella, se enfundó su toca y recién parida salió a buscar a su marido.
Estuvo preguntando en cuartelillos y comisarías hasta que las palabras de uno de los guardias civiles le hicieron “tocar tierra”, o más bien, que toda la tierra del mundo se le viniera encima.
-“Antonia, vete a tu casa si no quieres seguir el camino de tu marido”.
Mi abuela Antonia sacó adelante a sus dos hijas ella sola, jamás se casó y murió en 1.981 todavía esperanzada en que la democracia le devolvería, al menos, los restos de su marido donde quiera que estuvieran.
Mi abuelo Joaquín, era albañil y músico. Su culpa fue ser hombre libre y socialista, siempre amenizando con su acordeón los mítines del partido en las elecciones del 36 pese a los consejos de su madre.- “Joaquín, no te subas a los camiones”, él seguía subiéndose a esos camiones que se utilizaban como escenario elevado para los mítines en cualquier sitio. Incluso llego a prestar su casa en obras para que Fernando de los Ríos pudiera dar su mitin en Armilla, aunque al final el mitin lo dio otro. Casa que le fue expropiada después de su asesinato y de la que solo dejaron llevarse a mi abuela las ventanas y las puertas.
A Joaquín todavía le queda una de sus dos hijas, la menor de 79 años (los mismos que hace que él falta), y su hermana Maria de 97 y para ninguna de las dos , ni para sus 8 nietos, ni sus 12 biznietos se han cerrado aún las heridas.
“Inútil matanza”, cuando por cada una de las victimas eliminadas aparecen 30 al frente, que siguen y seguirán exigiendo Verdad, Justicia y Reparación.
3 de marzo de 2016
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