3 de marzo de 2016

Julián Pérez Morante

Julián Pérez Morante. Guadahortuna (Granada), 1912 – Bry-sur-Marne (Francia),
2008.

Su padre compaginaba el trabajo en el campo con una tienda donde vendía carbón, cebada, jabón… La primera vez que fue a la escuela tenía siete años. Tuvo la suerte de que un compañero cuatro años mayor que él -sus padres eran amigos- le ayudaba y complementaba la enseñanza que recibía en el colegio, muy precaria por otro lado. Trabajador del campo, desde 1930 pertenecía a la UGT y en 1936 ingresó en el PCE. Comisario político de su batallón durante la guerra, estuvo uchando hasta el final en el Levante. Cuando la derrota era inminente y tras la descomposición del ejército (continuas deserciones) y de la autoridad republicana, buscó la salida de España por Cartagena. Pudo embarcar rumbo a Orán, a su llegada fue recibido por las tropas senegalesas del ejército francés y conducido a un campo de concentración.

El trato se asemejaba al recibido por los refugiados republicanos que salieron hacia Francia tras el desplome del frente de Cataluña. El trabajo duro y el régimen de vida concentracionario, que fue a peor después de que asumiera el poder Petain, hicieron que intentara fugarse sin éxito. A partir de ahí
fue confinado en sucesivas cárceles de Argelia hasta que ingresó en el campo de Colomb-Bechar. Cuando De Gaulle logró hacerse con el mando, fueron liberados.
Posteriormente, viajó a Francia, donde comenzó un intenso aprendizaje político para regresar clandestinamente a España. En 1946, el PCE decidió que era el momento de que ayudara a la lucha interior contra la dictadura y así, con guías especiales y por la noche, cruzó la frontera. Su primer destino fue Barcelona y de ahí a Madrid. Aunque en estas ciudades sólo estuvo de paso porque como andaluz que era —el acento lo delataba— lo destinaron a Sevilla.

Tras las detenciones de José Mallo Fernández, Luis Campos Osaba y Manuel López Castro en febrero de 1948, reconstruyó el comité regional situándose al frente del mismo, junto a José Cordero y otros camaradas que no habían sido alcanzados por la redada. En octubre de ese mismo año, se trasladó a Francia para entrevistarse con el comité central y recibir nuevas instrucciones, ya no regresaría. En este lapso de tiempo se estrechó el cerco policial y los comunistas residentes Sevilla, a lo largo de los primeros meses de 1949, sufrirían una serie de detenciones que la dejarían a la organización sin capacidad de respuesta.