«Hubo uno que era de Granada, de la capital,
que se llamaba Rafael Torres Pérez, que había sido teniente
de aviación, y aquel tío intentó escaparse, pero no hubo
quién le acompañara, y él tampoco se atrevió solo, porque allí
andando por los Pirineos un tío solo... en medio la nieve, con
cada pino que tenía 20 metros, ¡a ver quién era capaz de atravesar
aquello! Ganas no faltaban, pero...»
15 de febrero de 2016
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