24 de abril de 2018

El barranco de El Carrizal



Fue a finales del verano de 2003 en Órgiva, Granada. En el barranco de El Carrizal, en plena Alpujarra granadina, el Ministerio de Fomento descubría accidentalmente, durante unas obras, una fosa común cuyo osario presagiaba un capítulo hasta entonces desconocido de nuestra guerra civil: un genocidio perpetrado por los insurrectos y saldado con miles de víctimas del bando republicano.

Expertos investigadores de la universidad de Granada cifraron en miles el número de asesinados por los fascistas allí enterrados. Avezados catedráticos juzgaron el hallazgo como perfectamente documentado: se trataba de un exterminio por motivos ideológicos del que poco a poco iba despertando la memoria colectiva de Órgiva, aportando relatos estremecedores sobre lo que allí aconteció durante la guerra civil. Impregnadas en la retina de los vecinos, imágenes de camiones cargados de hombres, mujeres y niños, de cadáveres rodando pendiente abajo tras ser rociados con plomo franquista, de zanjas regadas de muerte en macabra procesión.Así lo publicaba El País el 1 de septiembre: El catedrático de Economía de la Universidad de Granada Juan González Blasco, cronista de Órgiva, calcula que allí fueron fusiladas y enterradas en «cal gruesa viva» unas «5.000 personas».