La mayor parte de los testimonios recogidos coinciden en que, si bien ese régimen de disciplina no consiguió hacer cambiar las convicciones de los integrantes de los batallones, si que les llevó a una situación de amargura e impotencia, tal y como señala Andrés Millán, integrante del BDST nº 6 y natural de Huescar (Granada), quien nos resumía así su situación en Igal:
“Es como un ganado que se ha mojado, y que el pastor
le ha pegado, ánimos no tienes ninguno, no tienes
defensa, estás tan acobardado que es igual que te hagan
una cosa que otra. [...] Esperanza ninguna, si no había
libertad, ni quien te ayudara, ni te diera un ánimo. Es
como el que está en el callejón de la muerte... que está
esperando que le llegue”.
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