Gabriel, más conocido por “El Quico”, huérfano de padre desde muy pequeño, siempre fue un niño muy apegado a su madre, Antonia “la Sillera”, conocida así porque se ganaba la vida arreglando sillas de anea para poder sacar adelante a sus tres hijos: Vicente, Tomás y Gabriel, el menor.
En el 36, Gabriel era un muchacho de sólo 20 años, que cada día, al amanecer, se dirigía a “las 4 esquinas”, punto estratégico del pueblo granadino de Las Gabias, por si había suerte y algún patrón requería de sus servicios para las tareas propias del campo. Cuando no había suerte, volvía a casa, dedicando el tiempo en ayudar a su madre. Era un chico muy gracioso y dicharachero, que siempre solía participar en los carnavales del pueblo donde actuaba junto a varios compañeros, miembros como él, de las Juventudes Socialistas de la localidad.
De familia de izquierdas, tanto Gabriel, como sus hermanos, afiliados a la U.G.T. y al Partido Socialista, tenían la muerte escrita en la frente. Cuando estalló la guerra, y para evitar su detención y posterior fusilamiento, como ocurrió con tantos otros socialistas de su pueblo, fue aconsejado para que ingresara en el Batallón Pérez del Pulgar, formado por voluntarios para luchar en primera línea de fuego, la mayoría de ellos “amenazados”, donde estuvo hasta la disolución de este cuerpo.Sus hermanos habían pasado directamente a la zona roja, donde Vicente era un “niño de la noche”, como eran conocidos aquellos milicianos republicanos que durante la noche, se pasaban a la zona enemiga, vigilando los caminos y zonas estratégicas. Tanto su hermano Vicente, como Tomás, fueron represaliados al terminar la guerra y volver al pueblo, ingresando en prisión, donde cumplieron varios años de cárcel.
Una noche, mientras Gabriel dormía, se presentaron los escopeteros en su casa, buscando a sus hermanos, pero al no encontrarse éstos en la casa, y cuando ya se disponían a marcharse, un falangista les gritó desde la puerta: ¡llevaos al muchacho, que también es socialista! Así fue, levantaron a Gabriel de la cama y se lo llevaron entre los gritos y súplicas de su madre, arrancándolo de sus brazos.
Estuvo varios días en prisión, en Prisiones Militares, en la calle granadina de San Matías, hasta que el día 20 de Febrero de 1937, le comunicaron que esa misma noche procederían a su ejecución. Fue fusilado esa misma noche del 20 de Febrero, con sólo 21 años, junto a un grupo de 87 personas, el grupo más numeroso de los fusilamientos realizados en el Cementerio de Granada, tal y como viene reseñado en el libro “Los últimos días de Lorca”, de Eduardo Molina Fajardo.
Antes de ser llevado a fusilar, consiguió un bolígrafo y un papel, y tuvo el tiempo justo para despedirse de su querida madre:
Antes de ser llevado a fusilar, consiguió un bolígrafo y un papel, y tuvo el tiempo justo para despedirse de su querida madre:
“Querida madre de mi corazón y de mis entrañas.
Muero inocentemente por una mala lengua.
Dios me dará el ‘premio’ que me merezca.
Muero cristianamente, recen por mí.
Con muchos besos y abrazos para mis hermanos y Vd., mi querida madre, reciba el último para siempre.
Su hijo, Gabriel García Luján.
¡¡A Dios, Madre!! Muchos besos y abrazos para toda la familia.
A Dios”
Muero inocentemente por una mala lengua.
Dios me dará el ‘premio’ que me merezca.
Muero cristianamente, recen por mí.
Con muchos besos y abrazos para mis hermanos y Vd., mi querida madre, reciba el último para siempre.
Su hijo, Gabriel García Luján.
¡¡A Dios, Madre!! Muchos besos y abrazos para toda la familia.
A Dios”
MANUEL IZQUIERDO RODRIGUEZ
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