“De la redacción a la trinchera”
El golpe militar provocó situaciones insólitas, como la del periodista deportivo Eufrasio Martínez. El 18 de julio de 1936, Eufrasio viajó a Barcelona para asistir a la Olimpiadas que se iban a celebrar en la capital catalana. Era el jefe de la expedición olímpica granadina, formada por jóvenes de 18 a 20 años. A todos ellos les sorprendió la guerra en Barcelona, que era zona republicana. Además de ser jefe de expedición, Eufrasio era corresponsal de El Defensor de Granada, para informar de una Olimpiada que nunca llegó a celebrarse a causa de la guerra.
En Granada, quedaron su mujer Estela Comba López-Grande, y su hija de 15 años, Bernarda Martínez Comba. Estela fue detenida y encerrada en el convento de San Gregorio durante 15 días, donde sus verdugos la violaron y torturaron. Posteriormente la trasladaron a La Colonia de Víznar, donde fue fusilada el 9 de noviembre de 1936. Y es que, tanto Estela como su marido Eufrasio, eran militantes destacados de la izquierda granadina. Es más, Eufrasio pertenecía al Partido Comunista de España y era miembro de la Asociación de Amigos de la Unión Soviética.
Eufrasio Martínez se casó por segunda vez en Barcelona y se alistó en el Ejército republicano para liberar a Granada de los fascistas. Pronto consiguió los galones de sargento y llegó a ser teniente con funciones de capitán por su comportamiento heroico en combate –frente de Albuñol (Alpujarra granadina)- donde el 31 de agosto de 1937 resultó mortalmente herido. Al entierro de Eufrasio, que tuvo lugar en esta localidad alpujarreña, asistieron los jefes de la 75 Brigada del Ejército de la República.
Fue en la etapa republicana de El Defensor de Granada (1924-1936) cuando Eufrasio vivió sus mejores años profesionales. En realidad fue un pionero del periodismo deportivo y se convirtió en un apasionado hincha del Recreativo de Granada, desde su fundación en 1931. Logró que El Defensor dedicara, a partir de entonces, bastantes páginas al fútbol. Sus crónicas estuvieron siempre marcadas por la polémica, ya que Eufrasio defendía con pasión al Recreativo –el club obrero y popular del Albaicín – y hacía críticas demoledoras contra el Club Penibético que, según el periodista, era “el club de los elegantes”. Martinenc – así firmaba sus crónicas deportivas – fue brillante con la pluma para defender el deporte granadino y valiente con el fusil para defender a la República. Supo responder al momento histórico que le tocó vivir, pasando de la redacción a la trinchera. Un hombre excepcional, rescatado del olvido por su sobrino Antonio Martínez Maldonado, para ocupar el lugar que se merece en la memoria de nuestra ciudad.
Antonio Martínez logró hacerse con el testimonio de unos testigos que lo vieron caer en combate, por lo que un juzgado certificó su fallecimiento “como consecuencia de las heridas recibidas durante los combates habidos en el frente de la Guerra de Liberación Española” y oficialmente dejó de ser un desaparecido. Resulta sorprendente que Matías López García, secretario del Juzgado de Albuñol y autor del certificado, utilice en un documento oficial la expresión “Guerra de Liberación Española” para referirse a la guerra provocada por unos militares golpistas contra un régimen constitucional, legítimamente elegido en las urnas. Sobre todo, porque el certificado está expedido el 16 de julio de 1985 por un Juzgado que es una institución democrática. En cualquier caso, la victoria jurídica de Antonio Martínez permitió que la hija de Eufrasio, exiliada en México, pudiera cobrar una ridícula pensión de 8.000 pesetas mensuales, con la que malvivió en el país azteca hasta su muerte. En la familia Martínez hubo otra víctima de la represión franquista. Fue el caso de Pedro Martínez, fusilado en la tapia del cementerio de Granada. Si bien, en este caso, no se trataba de un militante comunista, ni siquiera republicano. Los fusilaron por ser hermano de Eufrasio.
Manuel Cristino Rodríguez, nieto de Eufrasio Martínez, vive actualmente en Cuba y es coordinador de la cátedra de producción en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de La Habana. Manuel Cristino sabe que su abuelo fue periodista y que murió en la guerra, en defensa de Granada y de la República, pero cada vez que preguntaba por él, la familia la respondía con un muro de silencio: “Desde muy pequeño le preguntaba a mis padres, sobre todo a mi madre, sobre la familia, sobre mis abuelos muertos, qué hacíamos nosotros en Mëxico y por qué mis tíos, primos y abuelos vivían en España. Casi nunca, por no decir nunca, tuve una respuesta concreta, todas fueron evasivas… Ya más grande comprendí que no es que no me quisieran dar cualquier respuesta, sino que les dolía recordar”.
FRANCISCO VIGUERAS ROLDÁN
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