17 de mayo de 2019

Encarnación, su vida en Íllora



Este es un Testimonio real, nadie podría inventar un relato tan sentido, tan amargo y sobrecogedor....

“Mi nombre es Encarna tengo 80 años, nacida en 1931 en Córdoba y bautizada en esta ciudad más que deprisa porque estaba malita y se proclamó la primera república. Después vine a vivir en Granada más concretamente en el pueblo de Íllora en la finca de los Duques De Wellington ya que mi padre fue a trabajar allí. A pesar de ser pequeña cuando estalló la Guerra Civil tengo algunos recuerdos y otras cosas que me han contado mis padres y abuelos.

Así pues recuerdo que en la finca teníamos una cierta tranquilidad porque sabíamos que no nos iban a tocar, pero en cuanto salíamos de la misma el ambiente era de miedo y temor, recuerdo los aviones volando y los bombardeos.
Recuerdo que mi padre se puso malo con las fiebres maltas y se tuvo que ir de la finca al pueblo para evitar el contagio, un día a la salida de la farmacia lo esperaron y se lo quisieron llevar para matarlo. Pero lo dejaron en libertad gracias al administrador de la finca de los duques, aunque recuerdo que a algunos familiares se los llevaron. Concretamente recuerdo que se llevaron a un muchacho de 19 años que no había hecho nada (apuntado a la falange). Cuentan también que en Íllora, había una pareja de novios que salieron al patio y a uno de ellos le cortaron una pierna de la metralla.

Los camiones con las personas los llevaban al Barranco Hondo en el término de Valderrubio, allí le pegaron un tiro a un pariente. No lo llegaron a matar al instante. Este pedía la muerte pero los soldados lo dejaron hasta que volvieron de tomarse un café y ya había muerto. Recuerdo también que mi abuela nos metía debajo de una escalera con un colchón de lana encima para que no oyéramos las bombas y por miedo a que alguna nos cayera. Cuando pasaban los aviones, se quedaban las calles desiertas, la gente corría buscando refugios tirándose al suelo.

También recuerdo a una vecina de Alomartes, que tenía a su marido escondido en una tinaja día y noche, ya que todos los días venían a buscarlo. La mujer quedó embarazada pero como la gente no veía al marido, en el pueblo se hablaba de que el niño era de los legionarios. Al finalizar la guerra, el marido estaba blanco de haber estado escondido.
Otro de allí del pueblo que era pudiente se fue con su familia al extranjero. Todo el mundo tenía mucho miedo."