7 de mayo de 2018

Misiones Pedagogicas, El Teatro y el Coro del Pueblo

Representación de 'El juez de los divorcios', de Cervantes, en Mombeltrán (Ávila), 16 de febrero de 1932. En el escenario, José Marzoa y Santa Bárbara. Residencia de Estudiantes, Madrid



El Teatro y el Coro del Pueblo estaban integrados por una cincuentena de estudiantes, dirigidos respectivamente por Alejandro Casona y Eduardo Martínez Torner. Llevaban un tabladillo de fácil montaje, de cuatro por seis metros, que rápidamente era ensamblado por los propios actores. Se quería acercar el teatro al pueblo, permitiendo el desarrollo de la farsa en medio de las gentes y en la plenitud del aire libre. El repertorio inicial se componía de piezas breves, elegidas entre los pasos y entremeses del teatro clásico (Juan del Encina, Lope de Rueda, Cervantes y Calderón de la Barca), a las que luego se fueron añadiendo otras, algunas de ellas adaptaciones que el propio Casona hacía de relatos clásicos, como el Entremés del mancebo que casó con mujer brava(escenificación con música y danzas del proverbio del Conde Lucanor).

El Coro llevaba un repertorio musical integrado por canciones recogidas del folclore en su más pura tradición. Además de cantar e integrar la música en algunas escenificaciones, los misioneros recitaban romances y, en ocasiones, letrillas de Góngora, así como aportaciones folclóricas de García Lorca. El romance de La loba parda fue emblemático en el recuerdo de muchos misioneros.