22 de agosto de 2016

Testimonio de familiares de MANUEL AZAÑA


“Los turistas que vienen aquí enfrente a visitar la casa de Cervantes pasan de largo. Y los que paran dicen cosas que es mejor no escuchar”, expone María José Navarro Azaña, sobrina nieta de Manuel Azaña (Alcalá de Henares 1880 - Montauban 1940). La familia del fundador de Izquierda Republicana sigue viviendo en el hogar alcalaíno de los Azaña. La casa fue recuperada por los descendientes del presidente republicano en 1950, después de que los franquistas la confiscaran y saquearan para albergar la sede de Falange Española. El sello con el yugo y las flechas permanece en los libros antiguos que no les interesó robar.


El apellido Azaña fue vilipendiado durante la dictadura sin piedad. “Cuando iba de pequeña a clase de Religión siempre preguntaban quién era la que se apellidaba Azaña para criticar lo que en mi opinión fue un intento de modernizar España. Yo siempre decía: ¿saben que en mi casa hay una capilla?”, relata María José. En los últimos años se ha dedicado a leer las obras de su tío abuelo en las estancias de la casa que él mismo ocupó.


“Una vez vino aquí, a esta casa, un familiar de la duquesa de Alba a hablar con mi madre y mi tía para preguntar qué se iba a hacer con los restos de Azaña. Ellas le dijeron que en caso de venir sería como jefe del Estado y que él había expresado su deseo de quedarse donde muriera. Se fue y a los pocos días regresaron a España los restos de Alfonso XIII” en 1980, recuerda. La tumba de Azaña en Montauban es un lugar más de peregrinación de los que acuden a recordar el exilio republicano. “El cruce de la frontera fue muy emotivo. Mi tía Pepita siempre recordó que tuvieron que bajar del coche y cruzar a pie mientras la gente levantaba el puño en alto”, rememora.