10 de enero de 2017

Carteles

Impulsado por diversas instituciones y organizaciones, el cartel de guerra sirvió fielmente a los fines propagandísticos del gobierno republicano, situado en Valencia en el periodo 1936-1939. Formalmente, participaba de diferentes lenguajes artísticos: el art decó, el constructivismo o el fotomontaje (ruso y alemán), de rasgos expresionistas, llamados a enfatizar un mensaje que se presentaba directo y revolucionario, cuyas ideas se transmitían mediante prototipos de indudable calado social: el combatiente, el héroe. 
En definitiva, el revolucionario antifascista. La exaltación del deporte y la máquina (como elementos que permiten una superación de los límites humanos) y también la cultura (símbolo final de victoria social y emancipación humana), se presentan como rasgos esenciales y diferenciadores del hombre republicano, que es llamado a formar parte de un proyecto político-social común y que utiliza el arte como medio de expresión de sus ideales. 
La ridiculización del enemigo o el papel de la mujer a quien se otorga un valor dual: trabajadora, madre o víctima o la encarnación del mal o prostituta transmisora de enfermedades venéreas y que simbólicamente se asocia con la muerte. El niño, el obrero, el campesino o el soldado o la economía y las fuerzas de producción, forman parte del discurso republicano del momento.
David Sánchez Muñoz