27 de noviembre de 2016

El primer libro de Garcia Lorca



Impresiones y paisajes, el primer libro que publicó.
(1918) es fruto de los "viajes de arte" por Andalucía,
Castilla y Galicia organizados por el catedrático
institucionista Martín Domínguez Berrueta.

Todavía estas
impresiones dependen de lecturas castellanistas y
finiseculares de jardines abandonados y ruinas en las
ciudades muertas; comparecen Zuloaga, Darío de Regoyos y
Unamuno, así como los campos machadianos "todos amasados con
una sangre que tiene de Abel y Caín", aunque se singulariza
la facilidad y exactitud con que penetra en las
posibilidades de la sinestesia basada en el léxico musical:
"El ruido del Dauro es la armonía del paisaje.

Es una flauta
de inmensos acordes a la que los ambientes hicieran sonar.
Desciende el aire con su gran monotonía cargado de aromas
serranos y entra en la garganta del río, éste le da su
sonido y lo entrecruza por las callejas del Albayzín por las
que pasa rápido dando graves y agudos..." (OC 1997 IV: 129).

Pero a pesar de su título no es una mera crónica de viajes.
En busca del "interior de las cosas, es decir, el alma
incrustada en ellas", el autor se alinea con "las almas
románticas que el siglo desprecia", y describe por ejemplo
"un rechoncho Corazón de Jesús catalán, rubio y guapo,
luciendo su flamante peinado chulesco y su barba recién
peinada por el peluquero", contrario a su agudo sentido de
compasión hacia las miserias humanas y a su atormentada
religiosidad heterodoxa, ("estos hombres que se llaman
cristianos debían no huir del mundo, sino entrar en él
remediando las desgracias de los demás, consolando ellos
para ser consolados, predicando el bien y esparciendo la
paz. Así serían con sus espíritus abnegados verdaderos
Cristos del evangelio ideal", observa en la Cartuja de
Miraflores). Esos temas arraigarán en vetas de su obra
sucesiva, igual que la "tortura de la carne" o la obsesión
por la "vida de los muertos".