La última cacería de los Wellington
El Ayuntamiento de Íllora estudia reclamar por vía judicial la propiedad del duque
Puede que al final coman perdices, pero el desenlace no será de cuento. Para el duque de Wellington y sus descendientes, los días de caza y esparcimiento en Granada podrían tener los días contados. El Ayuntamiento de Íllora reclamará por vía judicial la propiedad del aristócrata, ya que defiende que el terreno que ocupa en la actualidad –situado en la conocida zona de la Dehesa Baja– fue cedido por la Corona a la Administración local.
La historia sobre la titularidad de la finca se remonta a principios del siglo XIX. En un decreto del 22 de julio de 1813, las Cortes de Cádiz acuerdan adjudicar al duque de Wellington la zona del Soto de Roma «en testimonio de su más sincera gratitud» por la ayuda que el capitán inglés prestó a los españoles durante la Guerra de la Independencia contra Napoleón. Según las investigaciones del abogado e historiador Miguel Ángel Espejo, fue el primer administrador de la finca, J. O’Lawlor, el que ocupó ilegalmente la propiedad de la Dehesa Baja de Íllora, que también pertenecía al patrimonio de la Corona, pero que no figuraba en el decreto dictado por las Cortes.
Para Espejo, uno de los documentos fundamentales que avalan su teoría es el «Diccionario Geográfico» elaborado por Pascual Madoz. En él se refiere a la Dehesa Baja de Íllora como terreno «usurpado» que fue devuelto a la localidad en tres ocasiones (en 1814, 1820 y 1841). La recuperación de esos documentos es fundamental para iniciar los trámites judiciales. «Demostraríamos que la propiedad es bien de dominio público –por tanto tiene condición de inembargable, imprescriptible e inalienable– y podríamos reclamarla legalmente en conformidad con el Código Civil de 1889», explica Espejo.
Si la demanda se hace efectiva y el juez sentencia a favor del Ayuntamiento, el actual duque de Wellington podría quedarse sin las casi 1.000 hectáreas –extensión equivalente a ocho parques de El Retiro– que posee en la actualidad y que es lo único que conserva de un patrimonio originario de más de 5.000 hectáreas. La familia suele visitar la zona tres veces al año para organizar una selecta cacería en la que se reúne la élite de la sociedad británica y parte de la española. La zona que ocupa la vivienda principal se conoce como la «Torre de los Ingleses» y se calcula que el palacete que usan como residencia cuenta con unos 1.200 metros cuadrados construidos.
La historia sobre la titularidad de la finca se remonta a principios del siglo XIX. En un decreto del 22 de julio de 1813, las Cortes de Cádiz acuerdan adjudicar al duque de Wellington la zona del Soto de Roma «en testimonio de su más sincera gratitud» por la ayuda que el capitán inglés prestó a los españoles durante la Guerra de la Independencia contra Napoleón. Según las investigaciones del abogado e historiador Miguel Ángel Espejo, fue el primer administrador de la finca, J. O’Lawlor, el que ocupó ilegalmente la propiedad de la Dehesa Baja de Íllora, que también pertenecía al patrimonio de la Corona, pero que no figuraba en el decreto dictado por las Cortes.
Para Espejo, uno de los documentos fundamentales que avalan su teoría es el «Diccionario Geográfico» elaborado por Pascual Madoz. En él se refiere a la Dehesa Baja de Íllora como terreno «usurpado» que fue devuelto a la localidad en tres ocasiones (en 1814, 1820 y 1841). La recuperación de esos documentos es fundamental para iniciar los trámites judiciales. «Demostraríamos que la propiedad es bien de dominio público –por tanto tiene condición de inembargable, imprescriptible e inalienable– y podríamos reclamarla legalmente en conformidad con el Código Civil de 1889», explica Espejo.
Si la demanda se hace efectiva y el juez sentencia a favor del Ayuntamiento, el actual duque de Wellington podría quedarse sin las casi 1.000 hectáreas –extensión equivalente a ocho parques de El Retiro– que posee en la actualidad y que es lo único que conserva de un patrimonio originario de más de 5.000 hectáreas. La familia suele visitar la zona tres veces al año para organizar una selecta cacería en la que se reúne la élite de la sociedad británica y parte de la española. La zona que ocupa la vivienda principal se conoce como la «Torre de los Ingleses» y se calcula que el palacete que usan como residencia cuenta con unos 1.200 metros cuadrados construidos.
«Paparazzi» en la nevera
La iniciativa de esta reclamación de la propiedad de los Wellington parte del alcalde socialista Francisco Domene, que considera «muy importante para el pueblo reivindicar sus bienes públicos» y sostiene que la propiedad «le daría mucha riqueza» a los habitantes de Íllora. Aunque todavía no hay ningún proyecto definido, puede que parte de la propiedad se destine al turismo rural. El propio alcalde admite que en la localidad, la posible expropiación de los terrenos del duque suscita diversas reacciones. «Algunos son más reivindicativos y otros indiferentes», explica.
En la pedanía de Alomartes muchos de sus habitantes trabajaron en la finca, especialmente durante las cacerías. Salvador Valverde se costeó parte de la carrera de Medicina colaborando en este tipo de jornadas. «En 1983 trabajé como ojeador de perdices. Íbamos un grupo de chavales y nos daban 4.000 pesetas por día», recuerda. Los «paparazzi» pagaban a algunos de estos jóvenes para que infiltrasen cámaras en el recinto. «Siempre que venía el príncipe causaba mucha expectación», comenta Valverde. En el viaje previsto para el 1 de abril, la visita oficial del heredero de la Corona inglesa junto a su esposa Camilla será muy diferente a aquellos tiempos. En esta ocasión, ningún fotógrafo se esconderá en la nevera como hicieron hace años intentando retratar su, entonces ilícito, amor.
5.000 hectáreas
- Llegó a alcanzar la propiedad del primer duque de Wellington. La Dehesa Baja de Íllora ocupa un millar y el Soto de Roma era cuatro veces mayor.
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