3 de mayo de 2020

1º de Mayo de 1931




El 1º de Mayo de 1931 tuvo un carácter especial. El paro
fue absoluto, ondeando la bandera de la República desde primera hora en
todos los edificios oficiales y en numerosos balcones particulares.
Mucho antes de la hora señalada para dar comienzo la manifestación, el
lugar aparecía repleto de


trabajadores. A las diez y cuarto, tras el disparo de
varios cohetes, la manifestación se puso en marcha. En cabeza,
presidiendo la manifestación, iba Miguel de Unamuno, rector de la
Universidad de Salamanca, con Largo Caballero, ministro de Trabajo, e
Indalecio Prieto, ministro de Hacienda, a su lado. También figuraban en
primera fila Besteiro, Gómez, Girals, Ovejero y varios miembros del
Consejo General de la Federación Sindical Internacional, de la Oficina
Internacional del Trabajo de Ginebra, de la Internacional del
Transporte, de la Confederación Sindical de Finlandia, etc. Rodeando a
la presidencia, un cordón de la Milicia socialista, con dos niñas al
frente: una vestida de República, con gorro frigio y terciada en una
bandera tricolor, y otra vestida de rojo y con una banda en tercerola en
que se leía: “¡Viva el socialismo!”.


Detrás iban los manifestantes, en número superior a 300.000, cantando “La Marsellesa” y “La Internacional”.


A las doce menos cuarto llegó la manifestación a la
Presidencia del Consejo, donde se encontraban, entre otros, Alcalá
Zamora, Albornoz, Azaña, Maura y Casares Quiroga. Una comisión, formada
por Largo Caballero, Trifón Gómez, Muiño, Gana y Victoriana Herreros,
entró en la casa presidencial entregando a



Niceto Alcalá Zamora las conclusiones adoptadas. El programa incluía los siguientes puntos: 






1) Derecho al voto a los 21 años;


2) ratificación de la jornada de ocho horas y garantías para su cumplimiento;


3) medidas contra el paro y la carestía de la vida;


4) construcción de casas baratas;


5) implantación de seguros sociales;


6) creación de escuelas;


7) creación de una ley que estimule el cooperativismo;


8) legislación agraria;


9) repoblación forestal;



10) ley de control sindical de las industrias.






Tras dirigirse a los manifestantes Alcalá Zamora, tomó
la palabra Largo Caballero, pidiendo a los allí congregados se
disolvieran con tranquilidad y evitaran “todo incidente que pudiera dar
motivo a nuestros enemigos para censurar esta República, que ha nacido
en la forma que todos habéis visto y aplaudida por el Mundo entero”.


Antes de las cinco de la mañana empezó a llegar la gente
a la Casa de Campo, entregada días antes por la República al pueblo de
Madrid, aunque sus puertas no se abrían hasta las ocho y media. Muchos
obreros lucían el gorro frigio, de papel o paño, o se lo habían puesto a
sus hijos. Como el número de niños era



muy grande no tardarían en perderse algunos, teniendo
que organizar la Guardia Civil un servicio para recogerles y entregarles
a sus familias.








(El Socialista / Mundo Obrero / Prensa de Madrid)