24 de agosto de 2017

Corresponsales de guerra y periodistas españoles

El corresponsal de guerra venía de muy antiguo. Se trataba de un periodista o escritor acompañando a uno u otro ejército. Destacaron en esta labor, escritores, médicos e incluso militares. La crónica de los hechos bélicos pasó por mejores y peores épocas, pero fue la Gran Guerra la que le dio la alternativa. En España, el corresponsal de guerra se cría en las Guerras de África, sobre todo tras el desastre de Annual. Muchos corresponsales españoles en la campaña de África de los años posteriores al desastre participaron en el encumbramiento personal que promocionaba la Corona (ascensos por méritos de guerra) y que los militares llamados africanistas (Sanjurjo, Mola, Franco, etc...) supieron aprovechar tan bien, convirtiendo escaramuzas en batallas campales. Pero también hubo corresponsales de tronío, como el mismo Indalecio Prieto para El Liberal de Bilbao.

Con la guerra civil los corresponsales nacionales nacieron obligados y los extranjeros vinieron y se fueron, como el gran Koltsov, y todos cumplieron con su labor. Podemos clasificar a los corresponsales en dos categorías: Los profesionales, su ideología (o su extranjería) no le impidió continuar su labor en el mismo medio en el que trabajaba antes de la guerra sin destacar en nada en su militancia. Y los militantes (soldados de la pluma) periodistas, o no, de prensa militante que alternan su condición de soldado voluntario de la República con la de informador o corresponsal. De ambas clases hubo muchos y variados corresponsales, extranjeros incluidos.

En cuanto a los periodistas, y una vez que los periódicos derechistas fueron cerrados o incautados, los periodistas a pie de rotativa se convirtieron en periodistas de raza que asumieron, aunque fuera a regañadientes, la censura de guerra, y trataron de hacer periodismo en guerra. Fue uno de los gremios más represaliados por Franco. De los 80 redactores que quedaban en Madrid cuando la rendición, sólo 12 consiguen escapar, el resto encarcelados, encausados y muchos, muchos fusilados. Javier Bueno que había acudido a refugiarse en la embajada de Panamá (esas embajaditas que habían estado llenas de espías y traidores y que la República respetó), pues Javier Bueno fue expulsado a golpes de la embajada y llevado posteriormente ante el pelotón de fusilamiento. Eduardo de Guzmán fue condenado a muerte y consiguió salvar la vida con grandes esfuerzos. Mauro Bajatierra, otro grande como Javier Bueno, fue asesinado a la puerta de su casa recién entraban las tropas franquistas en Madrid. Navarro Ballesteros, director de Mundo Obrero, fue fusilado, Augusto Vivero director del ABC republicano, también fue fusilado Y Cayetano Redondo, Julián Zugazagoitia y Cruz Salido, del El Socialista, fusilados igualmente.

Sociedad Benéfica de Historiadores Aficionados y Creadores