8 de enero de 2018

María Izquierdo Rojo: Tenía lo que hay que tener...





Llegó a Granada a levantar los ánimos perdidos de los socialistas históricos. Venía de Asturias (Oviedo, 1946) y se lanzó al estrellato político a través de la lucha de los profesores no numerarios de la Universidad, aquellos penenes que hicieron carrera con las vietnamitas, esquivando golpes y caídas por la calle Puentezuelas, donde María encontró aquel movimiento solidario, que la sacó de los sótanos policiales de la calle Duquesa para que hiciera público honor a sus dos apellidos: Izquierdo y Rojo. Fue una magnífica puesta en escena. Después lo ha sido prácticamente todo en política. 



María no se pensó ese día dos veces lo que tenía que hacer. Para el día 12 de noviembre estaba convocada la huelga de UGT, le habían llevado los primeros carteles bien hechos, tirados en una imprenta de Madrid, y pensó que había que pegarlos de inmediato. Llenó su Dyane 6 rojo, que es un coche que entonces imprimía carácter, subió a cuatro estudiantes (dos de las Juventudes Socialistas y dos del PSOE) y se lanzó a la aventura. La primera pegada les salió bien. Pero en la segunda, fueron interceptados por un coche de la Policía cuando se encontraban junto a una tapia del Zaidín. Manos arriba y frente a la pared. María era destacada dirigente del movimiento de PNN. Su detención, junto a los compañeros estudiantes, caló profundamente en la asamblea de profesores y estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras. Además de la detención, la propia fragilidad de María, que sufría una dolencia de riñón, de la que estaba medicándose, influyó aún más a encrespar los ánimos. Ahí prende, después de unos primeros años de activa militancia socialista, la chispa de popularidad que necesitaban los socialistas de Granada.



“Sí, efectivamente , aquella salida me costó la detención. Ése fue un detonante para manifestar mi compromiso político grande. Y fue importante en la lucha en la Universidad de Granada por el eco que tuvo. Me acuerdo que les dije a los policías que no llevábamos armas ni nada como para que nos pusieran de esa manera. Porque, además, me pesaban las manos de estar tanto tiempo encañonada. Sin mediar palabra con nosotros nos llevaron a comisaría. Pasamos la noche cada uno en una celda muy pequeña y muy cutre de la calle Duquesa. Las condiciones eran lamentables, como ya he contado. A la mañana siguiente recibí la noticia de que se habían encerrado en la Universidad. En la comisaría nos hicieron unos interrogatorios muy suaves para la época franquista que era. Al día siguiente vino una especie de comité de la Universidad a visitarnos, diciéndonos que estaba todo el profesorado encerrado en la calle Puentezuelas. Este comité nos dijo que  las noticias eran muy buenas, que estaban presionando al Decanato y al Rectorado para que nos dejaran salir. Estuvimos detenidos los días 11 y 12, y salimos el 13. Los detenidos conmigo fueron Miguel Santaella, la que hoy es su mujer, Isabel Martínez, Miguel Valdivia y Manuel Martín Plaza. A los alumnos les pusieron  25.000 pesetas de multa, que entonces era una pasta, y a mí 50.000. Desde entonces, mi vida siempre ha estado marcada por esta respuesta tan solidaria y tan bien hecha de la Universidad. De ahí se inicia una especie de mutuo apoyo entre Granada y yo..., que mantendré toda mi vida”.



Nace una líder. Fue aquello una especie de puesta en escena del PSOE, o la mayor puesta en escena de los socialistas para salir de las catacumbas y decir abiertamente aquí estamos nosotros. Podía parecer que la detención espectacular de María había sido provocada. Pero María dice rotundamente que no. “Esto no fue motivado. Pero indudablemente desde una perspectiva histórica ahí se estaban gestando y organizando unos grupos, unos partidos.... Este encierro cristalizó en una organización y en una lucha. Para mí fue magnífico volcarme en la vida política. Al año siguiente fui elegida secretaria general del PSOE. También es un momento en el que yo me separo de mi matrimonio y me uno a la lucha por la libertad. Este encierro cristaliza unas ganas de libertad y el franquismo ya no estaba para aplastar esto”.



María reconoce que por aquellas fechas no había la mano dura que habían sufrido otros dirigentes de años anteriores. “Estuvimos 72 horas detenidos. Pero efectivamente esto no eran las palizas, aquellas terribles palizas, que habían sufrido antes los comunistas, como Paco Portillo, Antonio Cruz... Era otro momento más suave”



en la calle Puentezuelas. Este comité nos dijo que  las noticias eran muy buenas, que estaban presionando al Decanato y al Rectorado para que nos dejaran salir. Estuvimos detenidos los días 11 y 12, y salimos el 13. Los detenidos conmigo fueron Miguel Santaella, la que hoy es su mujer, Isabel Martínez, Miguel Valdivia y Manuel Martín Plaza. A los alumnos les pusieron  25.000 pesetas de multa, que entonces era una pasta, y a mí 50.000. Desde entonces, mi vida siempre ha estado marcada por esta respuesta tan solidaria y tan bien hecha de la Universidad. De ahí se inicia una especie de mutuo apoyo entre Granada y yo..., que mantendré toda mi vida”.



Nace una líder. Fue aquello una especie de puesta en escena del PSOE, o la mayor puesta en escena de los socialistas para salir de las catacumbas y decir abiertamente aquí estamos nosotros. Podía parecer que la detención espectacular de María había sido provocada. Pero María dice rotundamente que no. “Esto no fue motivado. Pero indudablemente desde una perspectiva histórica ahí se estaban gestando y organizando unos grupos, unos partidos.... Este encierro cristalizó en una organización y en una lucha. Para mí fue magnífico volcarme en la vida política. Al año siguiente fui elegida secretaria general del PSOE. También es un momento en el que yo me separo de mi matrimonio y me uno a la lucha por la libertad. Este encierro cristaliza unas ganas de libertad y el franquismo ya no estaba para aplastar esto”.



María reconoce que por aquellas fechas no había la mano dura que habían sufrido otros dirigentes de años anteriores. “Estuvimos 72 horas detenidos. Pero efectivamente esto no eran las palizas, aquellas terribles palizas, que habían sufrido antes los comunistas, como Paco Portillo, Antonio Cruz... Era otro momento más suave”. Aún así, el momento fue crucial en su vida. A los militantes y simpatizantes socialistas, a muchos granadinos sin compromiso aún definido, les había nacido una líder. Añadía a su favor su condición de mujer, que habla bien, con aspecto de intelectual, cierta fragilidad física, que levantaba las masas y los ánimos. Era la líder necesaria para ese momento tan oportuno.



“Ya estamos en 1976. Tuvimos la experiencia del secadero de tabaco en la Vega. En aquel momento para mí no existía el miedo. El secadero estaba entre Chauchina y Fuente Vaqueros y cuando acabamos de dar el mitin, los asistentes se quedaron clavados porque había llegado la Guardia Civil. Aquello fue un poco la ruptura del miedo y salí yo, sola, a hablar con la Guardia Civil. En ese momento, yo desconocía el miedo. Me preguntaron por la autorización. Fue un poco la ruptura del miedo público. Y es que en Granada había una represión brutal. En esa época empezamos a salir una nueva corriente de socialistas, que éramos los renovadores conectados con Sevilla, Felipe González y Alfonso Guerra. Los que éramos de fuera, no granadinos, carecíamos de ese componente familiar, que había paralizado y con razón a muchos socialistas que habían sido históricos. Aquí había un socialismo con una artrosis muy entrada en razón por la represión brutal. Todas esas razones explican que los socialistas tardaran en reaparecer”. De aquella bravura, instintiva como bien dice la protagonista, se sentían orgullosos los compañeros militantes, esos vegueros, o campesinos de los secanos Montes, de las comarcas de Guadix y Baza, de los pescadores de Motril, tíos como castillos, curtidos por el trabajo, que se referían a María como una heroína, que tenía lo que había que tener: “Muchos cojones”. Así de claro.



La primera lista. “En las primeras elecciones yo iba la primera en la lista, por mi cargo de secretaria general, como solía hacerse. En el Comité Federal colocan de primero a Manuel Fernández Montesinos, que era el hijo del alcalde socialista fusilado en el 36, igual que su tío Federico García Lorca, y eso representaba un buen tirón, además Manolo tenía mucho éxito en los mítines. Yo pasé al segundo lugar, y a todos nos pareció bien ese cambio. Si yo volviera a hacer ahora la lista hubiera recuperado más a los históricos. Porque los jóvenes tapamos demasiado a los históricos, con los que conectamos pronto a través de Ginés, Juan Tapia, Ángel Gómez, Pedro Fornel...Todo ese núcleo de históricos que se fue uniendo y pudimos recuperar para la organización. Pero no llegaron a tiempo. Algunos de ellos, que eran maestros, ya estaban muy mayores. Por eso, lo mejor que se hizo en el Parlamento fue el reconocimiento para los maestros de la República y se les reconoció la pensión como si hubieran estado en activo. A mi también me interesó destacar, desde el principio, el tema de la mujer en los mítines y a partir de este momento no había ya ninguna reserva en los ambientes políticos contra la promoción de la mujer. Pero tarda mucho en producir sus frutos este fenómeno”.



El poder del socialismo granadino. “Formar parte del núcleo directo de una persona que es trece años primer ministro, como Felipe González, significa que las personas que habían hecho política muy directa con el líder van a estar potenciadas. Y Granada, que siempre ha conectado bien con Sevilla, se encontraba con que no era el núcleo originario. Ésa es quizá la explicación al acceso al poder de los socialistas granadinos, cuando se producen los éxitos electorales a partir de 1982 y Felipe se convierte en presidente del Gobierno. Llegamos a influir de manera directa en los gobiernos; pero no accedemos a ningún ministerio... Si acaso a una secretaría de Estado, como fue mi caso. Yo estoy muy molesta en este sentido político, insatisfecha, porque Granada no tenga más de lo que tiene... Y en cuanto a la lista de las primeras elecciones municipales en Granada, yo apenas conocía a Antonio Camacho, nuestro candidato, que sale del núcleo de la General. De buenas a primeras se pusieron a buscar a un cabeza de lista y de ahí surgió Camacho. Otra cosa también muy traumática históricamente fue la que se montó en la Vega con el tema del Hiper. Lo del Hiper tenía detrás un referente político importante y era negarnos a que la Vega entrara en especulación. También fue muy traumático el problema aquel de los Ca-tetos. Sí, porque fue una andanada orgánica, que estuvo a punto de una gran división. Aquello fue una lucha orgánica con un sentido que no hay que olvidar. Había algunos que se sentían menospreciados por la clase intelectual y por los que habían venido de fuera”.



No se rinde. María ha vivido momentos agridulces en su partido; momentos de gloria y de silencio. De los malos recuerdos se olvidaba con nuevas responsabilidades. “Siempre he ido dejando las cosas por las incompatibilidades. Sin embargo, me han quitado de en medio de cosas en las que yo podía haber decidido muy bien. Ahora me gustaría tener más poder de decisión para decidir cosas que a mi juicio son importantes”. Siempre con la duda del retorno, con alejarse de la política y volver a la carrera universitaria, que comenzó en su tierra natal, donde se doctoró en Filología Románica.



La profesora no está por volver a las aulas. Quiere más cancha. “Cuanta más capacidad tenga mejor y más por ser mujer”. María no se rinde. Está como si otra vez arrancara el Dyane 6 cargado de carteles y les demostrara a sus compañeros del campo lo que hay que tener ante la Guardia Civil si las circunstancias volvieran a repetirse. María demanda más juego para corresponder de por vida a la inmensa solidaridad que le brindó Granada al rescatarla de los sótanos de la represión y darle su pasaporte de libertad.