10 de octubre de 2017

Sevilla fue la clave. 19 de Julio de 1936

Sin el triunfo de Queipo de Llano en Sevilla el 18 de julio de 1936 no hubiera logrado el Alzamiento triunfar a su vez en España. Sevilla fue la clave. 

Pero lo fue doblemente gracias a las actitudes sorprendentemente positivas de dos jefes militares republicanos. De manera que a las dieciocho ocasiones límites que determinaron el éxito de Queipo de Llano entre los días 17 y 25 de julio de 1936, hay que añadir dos más: veinte hechos providenciales a favor de los sublevados.
Resulta que en los últimos días anteriores al 18 de julio de 1936, el jefe de la II División Orgánica, general de División José Fernández de Villa-Abrille y Calivara, conoció en al menos cuatro ocasiones la conspiración de Queipo de Llano y de tres de sus hombres de confianza en la División, el comandante José Cuesta Monereo y los capitanes Manuel Escribano Aguirre y Manuel Gutiérrez Flores, todos afectos al Estado Mayor  de la II División Orgánica de Andalucía. 

Fueron muy significativos tantos los encuentros como los resultados de total rechazo del general Fernández de Villa-Abrille a las repetidas propuestas de los conspiradores, pero nunca denunció los gravísimos hechos a sus jefes superiores, el director general de Aeronáutica ni al ministro del Ejército. Queda claro que su denuncia hubiera supuesto la detención inmediata de Queipo de Llano y sus colaboradores y por tanto la paralización del Alzamiento en Sevilla. Y en España…

Todavía el mismo 18 de julio de 1936 se produjo otro hecho trascendental a favor de los sublevados como fue la actitud del jefe del Aeródromo de Tablada, comandante Rafael Martínez Esteve, cuando desobedeció la orden del gobernador civil republicano de Sevilla, José María Varela Rendueles, para que bombardeara las plazas Nueva y de San Francisco donde estaban actuando los dos únicos cañones con que contaba la Primera Batería del Regimiento de Artillería Ligera mandados por los capitanes artilleros Vicente Pérez de Sevilla y Fernando Barón Mora-Figueroa, éste solo con fusileros. El comandante Martínez Estéve aceptó la orden, decidió que una escuadrilla fuese cargada con bombas y quedara en línea de despegue en Tablada, pero no dio la orden final de que levantara el vuelo y bombardeara el centro de la ciudad.Hubiera sido una catástrofe: el final del alzamiento y la muerte de decenas de personas civiles.

También este hecho hubiera abortado el triunfo de Queipo de Llano la tarde del 18 de julio de 1936. Y no hubiera habido Alzamiento en España, como bien reconoció Ramón Serrano Suñer, que no fue precisamente amigo del general Queipo de Llano.

Estos dos hombres claves en la historia española no fueron fusilados como otros compañeros militares, pero sí sufrieron las humillaciones de ser encarcelados y expulsados del Ejército, pese a las brillantes Hojas de Servicios de ambos. Y a los testimonios a su favor de Queipo de Llano, Cuesta Monereo, Gutiérrez Flores y Escribano Aguirre. Al menos, salvaron la vida.

Desde la prevista voladura de la presa de Cala que hubiera inundado la ciudad el mismo 18 de julio y el ataque de los mineros de Río Tinto, hasta los hechos protagonizados por Fernández de Villa-Abrille y Martínez Estéve, un rosario de circunstancias excepcionales ayudaron a Queipo de Llano a salir triunfante.