“Nos veníamos desde Cazorla a Sevilla en el tren. Mi madre nos metía debajo del asiento pa no pagar porque no teníamos dinero. Veníamos mi madre y yo, y, a veces, mi hermana, pero los tres juntos no. En Sevilla estábamos una semana en casa de gente conocida que estaba igual que nosotros. (...) Sólo lo podíamos ver los domingos o los días de fiesta porque los demás estaba trabajando en el Canal; se lo llevaban en camiones temprano y no volvía hasta por la noche. Los domingos lo podíamos ver, ellos estaban a un lado de la alambrada y nosotros al otro. Yo era pequeño y mi madre le decía al guardián: déjelo entrar que va a besar al padre. Y me dejaban, entraba y lo besaba,pero a mi madre no la vi nunca darle un beso mientras estuvo preso. (...) Yo me acuerdo muy poco de mi padre antes de que lo encerraran en el 37 hasta el 44 que yo lo vi. Me impresionó verlo cómo iba vestido, su cara había cambiao, su fisonomía, estaba chupao, envejecío, vestío con ropa de militar muy vieja, con una venda reliá en las piernas. Me daba pena de la imagen que tenía, mi madre se echaba a llorar”.
Manuel Calvo retrata una triste estampa...
Manuel Calvo retrata una triste estampa cuando siendo niño visitaba a su padre que hacia trabajo esclavo en el Canal de los Presos en la provincia de Sevilla, en este relato personal muestra toda la crudeza de la realidad que tuvieron que padecer las familias de los presos:
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