3 de abril de 2020

LA TROUPE ANDALUZA

LA TROUPE ANDALUZA.
     Vayamos ahora al encuentro de nuestra troupe sevillano/granadina de 1900. Conocemos que vino a Sevilla y Granada una delegación de la Opéra Comique de París, encabezada por el señor Albert Carré, a lo largo de 1898 con el fin de contratar gitanos para representar una Carmen de Bizet lo más verosímil posible.
     Sea como fuere, gracias a estos contactos los franceses ya conocían el camino. Unos meses antes de la inauguración de la exposición la prensa parisién dirá que vendrán a ésta "ciento cincuenta gitanos", cifra a todas luces que no se cumplirá. Para contratar a los andaluces los franceses acudieron en Granada al gitano sacromontano Juan Amaya, que ya había sido contratado en la de 1889, así como en Sevilla al maestro José Segura. Se conoce que las troupes iban contratadas a París por siete meses.
    La semana antes de comenzar la exposición el 15 de abril de 1900, las artistas sevillanas, en número de catorce, se unieron en Madrid a ocho granadinas —o quizás algunas más— y a una representación de moros marroquíes.
El Sacromonte granadino era el lugar frecuentado por todos los foráneos de la ciudad a la búsqueda de sensaciones y aventuras, pero también era el espacio de las juergas de los señoritos locales a los que atraía la cercana alteridad gitana. Los touristes quedaban en manos de conseguidores que solían ser guías de la Alhambra que completaban sus ingresos en complicidad con los dueños de las zambras. El camino donde estaban las cuevas por el que habían de transcurrir los turistas estaba vigilado por “avistaores/as” que daban la alarma
cuando se acercaba la siempre fascinada e incauta clientela. Las zambras, suerte de fiestas de lejanos orígenes moriscos donde la danza ocupaba un lugar central, las organizaban “capitanes” y “capitanas” que hacían de empresarios y coreógrafos. Una de estas capitanas llamada Dolores Hidalgo, que no era gitana sino natural de la Alpujarra, si bien estaba casada con el citado Juan Amaya, propietario de la principal zambra del lugar, fue la encargada de organizar la troupe femenina.
    La cueva de Amaya era muy conocida, ya que las juergas allí celebradas, según W. Starkie, eran “dignas de Gargantúa”. Era el lugar preferido por los artistas y los turistas de calidad.
Conocemos el cuadro granadino que fue a París en 1900: por un lado Juan Amaya, presentado por la prensa gala como “Rey de los Gitanos”, como director, su hermano Pepe en calidad de guitarrista, y los bandurristas J. Aranda y S. Román. Las integrantes del cuadro de baile eran la Hidalgo, Antonia Ramiro —acompañada de su madre—, Teresa Aguilera, Rafaela Fernández,
la Pepa y Encarnación Amaya, y dos bailaores, José Rivera y probablemente el también bandurrista Román, amén de dos gitanas viejas que dirían la buenaventura como introducción al espectáculo.
    En los afiches quedó registrada la lectura de la buenaventura en una cueva artificial, considerada una de las partes más mistéricas del panorama. Con el grupo sacromontano fue un traductor que era uno de los guías “conseguidores” de la Alhambra. Salieron el 30 de marzo de Granada. La llegada a París de la troupe levantó mucha expectación hasta el
punto que fueron recibidos con olés en la estación de Orleáns. Un redactor de Le Figaro los entrevistó, declarando que sólo van a interpretar lo de Granada, y que los de Sevilla harán lo suyo propio. Pero esto quedó desmentido al poco por las peleas entre las bailaoras granadinas y sevillanas por los vestidos que les ofrecía el empresario parisién.