“A un panal de rica miel,
dos mil moscas acudieron,
que por golosas murieron,
presas de patas en él.
En este tiempo de
tribulaciones, en cuanto a política se refiere, nos parece todo sorprendente.
Creemos que el esperpento que se está alcanzando en estos últimos tiempos es
algo nuevo y desmesurado. Pero no, ni mucho menos, el trapicheo, la desmemoria,
los tesoreros que se lo llevan calentito, el intercambio de chaquetas y el descredito. Es algo recurrente en la
política desde que la los romanos construían calzadas y el gobernador de la
Galia encargaba los adoquines a su cuñado “Pijus Magníficus”, permítanme mi
pequeño homenaje a los comediantes Monty Python y su maravillosa película “La
vida de Bryan”.
Hace ochenta años, como si de una comedia se tratara,
exactamente el 28 de Noviembre de 1935, Don José Torres, Alcalde Presidente del
Ayuntamiento de Íllora, acompañado de sus Concejales decidió que ante los recientes
cambios en el Gobierno de la Nación, llegaba el momento del peloteo y de
congraciarse con los nuevos mandatarios, por si las moscas. De tal modo, que
decidió homenajear al político de turno, Alejandro Lerroux, recién elegido
presidente de la joven Republica española.
Así que se tomó el siguiente acuerdo:
Seguidamente y a propuesta de la presidencia se acordó por aclamación otorgar el título de Ciudadano de Honor de esta Villa al Excmo. Señor Don Alejandro Lerroux y García, Presidente del Consejo de Ministros y que le sea comunicado este acuerdo.
El
aclamado ciudadano de honor de la Villa estaba envuelto en un escándalo, “El
estraperlo”, que poco tiempo después le llevo a dimitir y le reportó un
absoluto descredito político por su
implicación en el escándalo. A pesar de ello, se quedó como Ciudadano de honor
por aclamación de la Villa de Íllora.
El estraperlo era una
ruleta que ocultaba un dispositivo eléctrico que permitía su manipulación y
pingües beneficios para la banca de los casinos. La policía lo descubrió y la
prohibieron, pero los empresarios que la pusieron en marcha se quejaron
amargamente, ya que aseguraban haber donado grandes cantidades de dinero a
miembros del Gobierno a modo de sobornos, y exigieron una indemnización al
estado por lo invertido en corruptelas.
Nos sorprenden los casos Puyol, Bárcenas, los ERES y demás
desenfrenos. Pero es que de casta le viene al galgo, no tenemos remedio.
O si, algún remedio tiene que haber. Necesitamos tener tino
electoral y encontrar políticos que merezcan gobernar este país. Haberlos
haylos, tiene que haberlos. Estoy convencido de que existen políticos buenos,
que están en esto por el bien común y al servicio a los ciudadanos que les
votan, que viven su actividad con entrega e ilusión y con el pensamiento de que
pueden mejorar la sociedad en la que viven. Hombres y mujeres con capacidad de
trabajo y de gestión, que creen en lo que dicen, y que hacen lo que pueden.
¿Que hay otros que no son tan buenos? ¡Por supuesto! Pero el
haber vivido algunos años me enseña que ovejas negras hay en toda actividad
humana, y que siempre suena más un trueno que muchos días en calma.
Ahora que andamos en tiempo de fluctuaciones electorales me
voy a permitir alguna reflexión sobre como han de ser nuestros políticos.
Un Político tiene que ser HUMANO, porque tiene que sentir el
dolor ajeno como propio, y ha de estar convencido de que su misión es cambiar
las circunstancias para que mejore la vida de los ciudadanos.
Tiene que ser HONRADO, pues sabe que administra los bienes
de otros y ha de respetar lo que no es
suyo a cualquier precio.
Tiene que ser HONESTO, con sus votantes y con los demás
ciudadanos que no le han elegido. La Real Academia de la Lengua lo define como:
“aquel que es decente, decoroso, recatado, razonable, justo, y recto”.
Tiene que ser RESPETUOSO y SERVICIAL con todos sus vecinos,
sin importarle raza, religión o pensamiento político, sin mirar la cartera o
los cargos y títulos del que tiene enfrente y sabiendo que todos los seres
humanos somos iguales.
Tiene que ser COMPROMETIDO con sus ideas y las del Partido
que representa y LEAL Y AGRADECIDO con sus compañeros que le ayudan y apoyan,
sin buscar nada a cambio para conseguir sus objetivos, solo en defensa de sus
ideales.
Aquí me quiero detener en un hecho cada día más común; la
juventud de los políticos que están proliferando en todos los Partidos, nuevos
y antiguos. Estoy convencido del valor de la juventud es ley de vida, pero considero
que si no se escucha a los más “viejos” se desaprovechan las experiencias y
vivencias que les han llevado a esa madurez.
Tiene que ser DESCONFIADO porque, aunque él tenga todas
estas virtudes, debe rodearse de buenos colaboradores que le hagan más fácil
llegar a sus objetivos, cuidándose mucho de quien le pasa la mano por la
espalda sin saber si lleva un cuchillo, pues sin saberlo puede rodearse de
lisonjeros, halagadores, aduladores, zalameros, cobistas, obsequiosos,
melifluos, melosos, carantoñeros, alabanceros, embelecadores, lagoteros,
panegiristas, pelotas, pelotilleros, tiralevitas, lavacaras… vamos de lameculos en busca de un interés
personal.
Mucho cuidado amigo político, que te puedes encontrar con un
“cuervo” y al final tener una granja.
He dicho.
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