La nota de los Renseignements généraux del 3 de agosto de 1943 pone de relieve la inquietante sospecha de que los diplomáticos españoles en Marsella pudieran estar involucrados en actividades de apoyo a los judíos perseguidos. Este documento refleja las tensiones diplomáticas de la época y el delicado equilibrio entre la neutralidad y la moralidad en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. La postura de España en este asunto merece un análisis profundo.
Recientemente, los Renseignements Généraux de Marsella han presentado al prefector regional un informe que pone de manifiesto la estrecha vigilancia a la que son sometidos los diplomáticos extranjeros, incluso aquellos que representan a países teóricamente aliados del Reich, como es el caso de España. Este texto, redactado en condicional, parece estar diseñado para eludir la responsabilidad del servicio en caso de que las informaciones que comprometen al cónsul y al vicecónsul de España en Marsella resulten ser incorrectas.
Las acusaciones son graves: se sospecha que estos diplomáticos están involucrados en la "entrega ilegal de documentos" y en "tráfico de influencia" relacionados con la comunidad judía. En esencia, se les acusa de facilitar la salida de judíos de Francia al proporcionarles documentos españoles, una acción que, según el informe, no sería gratuita.
La respuesta del gobierno español a estas acusaciones ha sido notable. Se ha informado de la destitución del vicecónsul y el traslado del cónsul a Perpiñán, un movimiento que suscita interrogantes, dado que M. Via Ventallo es considerado un separatista catalanista. Resulta sorprendente que el régimen franquista optase por una simple reubicación en lugar de una respuesta más contundente.
Esta coyuntura refleja la ambigüedad inherente a la política del franquismo respecto a los judíos, poniendo en evidencia las complejidades de las relaciones diplomáticas en un contexto histórico convulso.
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